Se defienden mejor los derechos de la mujer al oponerse uno, sin complejos, a la liberalización del aborto
Diario de Navarra
Frente al derecho al aborto se ha criticado la oposición de cierto fundamentalismo cristiano en España. ¿Qué es fundamentalismo cristiano? Además de interpretaciones ajenas (aplicar la ley coránica a la vida social o el protestantismo que interpreta literalmente la Biblia), hay otra acepción: la exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida. Pero no conozco cristianos en España que prediquen la violencia, el odio o la falta de respeto para conseguir someter a quienes no compartan sus convicciones.
Aunque cristianos y no cristianos seamos en algunos temas distintos por las ideas, podemos ser amigos por encima de lo que sea. Eso es el pluralismo. Bien lo repite una canción andaluza: siempre fuimos distintos por las ideas. Y amigos por encima de lo que sea.
Ir del brazo de quienes no comparten nuestras creencias es parte del estilo de vida que se espera de los cristianos. Aunque se difiera en algunos temas, nada impide que un cristiano aprecie aciertos, logros y méritos de ateos, agnósticos o defensores del aborto. Precisamente esto es lo que uno aprende en el cristianismo, que incluye una noción intrínseca no sólo de respeto, sino de afecto sincero al prójimo. Cuanto más profundice en la fe, más incentivos tendrá un cristiano para comportarse así.
Por otra parte, cualquier no creyente coincidirá conmigo en que supone una falta de respeto marcar con la señal de la sospecha a quien mantenga convicciones firmes a favor de los valores que defiende la Iglesia. Sería una nueva forma de intolerancia y marginaría del tejido social a ciudadanos que pueden aportarle mucho. Es más, quien impide que alguien manifieste su opinión al tacharle de fundamentalista, suele demostrar que tiene que recurrir a descalificaciones personales porque le faltan argumentos más sólidos. Algunos pretenden que el aborto sea un derecho de la mujer. Pueden tener una firme creencia en ello y convertir esta postura en una doctrina. Serían intransigentes si tratasen de someternos a todos a tal doctrina o se incomodasen si alguien se sale de ese pensamiento único políticamente correcto.
Pero se defienden mejor los derechos de la mujer al oponerse uno, sin complejos, a la liberalización del aborto. Ningún otro procedimiento ha eliminado selectivamente a tantas mujeres. El aborto ha hecho que existan hoy déficits de más de 10 millones de niñas no nacidas en India (Lancet 2006;367:211). Por no mencionar el aborto coercitivo y el selectivo de fetos femeninos en China. El aborto no mejora la salud psíquica de la mujer, sino más bien lo contrario (J Child Psychol Psychiatr 2006;47:16). No se quita el embarazo como se quita una muela. El embarazo marca, y la psique de la mujer sigue llevando a su hijo dentro.
Se espera que un derecho defienda al débil y oprimido, no al opulento. Parece obvio que aquí los débiles son la mujer (que se merece mejores alternativas) y su hijo (al que hay que salvarle la vida). Opulentos son los dueños de clínicas abortistas. Lo progresista es dar alternativas sólidas para prevenir el aborto. Esto defiende mejor los derechos de la mujer. No entiendo porqué se confunde defensa de la mujer y de su hijo con ideologías políticas conservadoras. Defender la vida y el bienestar de la mujer no tiene por qué coincidir con ser de derechas. Eran de izquierdas quienes lideraron la propuesta de la moratoria internacional al aborto hace poco en Italia.
Miguel Ángel Martínez-González. Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública. Universidad de Navarra