Y Jesús, emocionado, casi no pudo explicarle el ecumenismo en sentido estricto
Seguro que el amigo Alex debió agradar mucho a Jesús cuando, en la sencillez de sus siete años, le preguntó en su oración: Querido Jesús, me parece bien que tengas tantas religiones, ¿pero no te confundes nunca con nombres tan distintos?
Jesús le respondió encantado:
«Mira, Alex, al principio no fue así, cuando mi Padre se manifestó como el Único a Adán y Eva recién creados con todo amor. Y muchos siglos después también la religión fue sólo una cuando, en la Última Cena, Yo mismo pedí al Padre: Que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean uno en nosotros».
«Pero llegó la historia y algunos empezaron a separarse, interpretando mal el Evangelio, no obedeciendo a Pedro, a Pablo o a los otros apóstoles que elegí como columnas de mi Iglesia. Sin embargo, Alex, no te preocupes demasiado porque Yo quiero que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad».
De acuerdo, Jesús, rezaré más pero ¿qué es esa verdad que dices?
«Ah, eso también me lo preguntó un tal Pilato, pero me volvió la espalda y no me dejó tiempo para responder: Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí (Jn 14,6). De hecho hay muchos santos que han descubierto que la verdad no es una teoría escrita en los libros sino Yo mismo, primero nacido como el Niño Jesús, luego de chaval como tú, en Nazaret, más tarde como joven hasta mis treinta años, y finalmente hasta hoy porque Yo soy el mismo ayer, hoy y siempre. Pues bien, entre esos santos te hablaré sólo de una que era judía y fue bautizada, y se llama observa que hablo en presente porque vive en el Cielo con nosotros Edith Stein, o mejor sor Teresa Benedicta de la Cruz».
«Un buen día ella se encontró con el Libro de la vida de Teresa de Jesús, que cuenta tantas gracias extraordinarias que le hice, y al terminarlo de leer, Edith dijo muy convencida: Esto es la verdad. Le faltó tiempo para informarse en la parroquia, empezar a recibir instrucción religiosa, ir a Misa, estudiar el catecismo, y ser bautizada pronto. Después se hizo carmelita como Teresa de Jesús. Y más tarde sufrió el martirio en un campo de concentración nazi, que no quiero ni recordar. Pero lo importante es que Edith o Benedicta descubrió que la verdad soy Yo».
Entonces, ¿tú no has hecho muchas religiones?
«¡Qué va!, Alex, y lo entenderás con el ejemplo que puso mi amigo el Cardenal Luciani, que luego fue elegido como el Papa Juan Pablo I. Resulta que a un rey de un país lejano le regalaron un elefante que allí no conocían. Y quiso primero enseñarlo a unos ciegos para que dijeran cómo era. Uno tocaba una pata y decía que el elefante era como un árbol de tronco fuerte; otro tocó la trompa y le parecía que era una especie de serpiente muy grande; y otro que tocó la cola dijo que el elefante era como una gran escoba. Por eso el Cardenal escribió que le parecía indigno del Dios bueno e indigno también del hombre inteligente, que Dios os haya creado por amor y os deje a ciegas sin llegar a conocerle de verdad. Y os resulta tan fácil porque Yo bajé a la tierra y sigo con vosotros en la Iglesia, en la Eucaristía, y en los necesitados. Con su gran experiencia lo supo expresar Juan: a Dios nadie le ha visto jamás; el Dios Unigénito que está en seno del Padre, Él mismo lo dio a conocer».
«Para terminar, Alex, te recuerdo que cuento con tus oraciones para que todos los cristianos estén unidos a Mí y entre ellos, olvidando rencillas pasadas. También que tú seas coherente con la fe que aprendes en la catequesis, porque ahí está toda la verdad necesaria para vivir felices y ganar el Cielo. Y finalmente te diré el secreto más importante de la Iglesia: He tomado mis medidas para que la Iglesia no se descomponga con el paso del tiempo porque tiene como alma al Espíritu Santo, al que le pedís cosas tan necesarias como éstas: Infunde calor de vida en el hielo; doma el espíritu indómito; guía al que tuerce el sendero».
Bueno, Jesús, cuenta conmigo que rezo casi siempre por el Papa, ya voy a Misa los domingos con mis padres y hermanos, y voy a hacer la Primera Comunión el año que viene, cuando nos daremos de verdad un gran abrazo. Muchos besos, Alex.
Y Jesús emocionado casi no pudo explicarle la diferencia del Diálogo interconfesional entre las diversas confesiones cristianas como son los ortodoxos, anglicanos o luteranos, es decir, el ecumenismo en sentido estricto; y por otra parte el Diálogo interreligioso con otras religiones, como son el judaísmo o el islam, de las que se sirve el Espíritu Santo para atraer a todos a la plenitud de medios de santificación en la Iglesia católica, en la que subsiste hoy la comunidad del Cenáculo y de Pentecostés.
P.D. Alex le añade a Jesús: Si el domingo que viene me miras en la Misa, te enseño mis nuevas zapatillas Nike de los Reyes.
Jesús Ortiz López. Sacerdote. Doctor en Derecho Canónico