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Acaba de editarse en Italia el libro de Robert Spaemann "La diceria immortale. La questione di Dio o l'inganno della modernita" (Ed. Cantagalli), traducción de su edición original, "Das unsterbliche Gerücht".
La reseña crítica de Sandro Magister (Un filósofo vuelve a lanzar la apuesta del Papa: vivir como si Dios existiese) centra desde el principio la clave de esta reciente publicación del filósofo alemán, diciendo que se trata de un libro sobre ese "rumor inmortal", siempre vivo y siempre controvertido, que es la existencia de Dios.
Con el trasfondo del consejo dado por Benedicto XVI "también a nuestros amigos que no creen.
Y ofrece las palabras de Spaemann que dan razón del libro y de su título:
"Que exista un ser que en nuestra lengua se llama 'Dios' es un viejo rumor que no se llega a llamar a silencio. Este ser no forma parte de lo que existe en el mundo. Debería ser más que nada la causa y el origen del universo. Pero forma parte del rumor que en el mundo mismo hay huellas de este origen y referencias a aquél. Y ésta es la única razón por la que se pueden hacer afirmación tan diversas sobre Dios".
El libro de Spaemann reclama como contexto de lectura aquellas palabras del último discurso de Josef Ratzinger, en Subiaco, antes de ser elegido como Benedicto XVI:
"En la época del iluminismo se ha intentado entender y definir las normas morales esenciales, diciendo que ellas serían válidas 'etsi Deus non daretur', incluso en el caso que Dios no existiese. (...) En esa época esto parecía posible, en cuanto las grandes convicciones de fondo creadas por el cristianismo resistían en gran parte y parecían innegables. Pero ya no es más así.
(...) el intento, llevado al extremo, de plasmar las cosas humanas dejando completamente de lado a Dios nos conduce paulatinamente al borde del abismo, hacia el abandono total del hombre. En consecuencia, debemos poner al revés el axioma de los iluministas y decir: también quien no llega a encontrar el camino de la aceptación de Dios debería buscar vivir y orientar su vida 'veluti si Deus daretur', como si Dios existiese. Éste es el consejo que ya Pascal daba a los amigos no creyentes, y es el consejo que queremos dar también hoy a nuestros amigos que no creen(...)
Sólo una cita del libro de Spaeman, puede servir de muestra y de ayuda para ver el tenor de los asuntos tratados y los razonamientos empleados en torna a su argumento central:
Nietzsche ha reflexionado, como nadie antes que él, sobre las consecuencias del ateísmo, no con la intención de recorrer la senda de la negación integral de la vida, sino de la afirmación de la vida. (...). La consecuencia más catastrófica que él extrajo fue que le pareció que el hombre perdía aquello a lo que tiende su autotrascendencia.
En efecto, Nietzsche consideró como la adquisición más grande del cristianismo el haber enseñado a amar al hombre por amor a Dios: "el sentimiento hasta ahora más noble y elevado alcanzado entre los hombres". El superhombre y la idea de un eterno retorno debían hacer las veces de sustituto de la idea de Dios. Justamente, Nietzsche veía claramente que el rostro de la tierra se habría determinado de otro modo en el futuro: los "últimos hombres", que creen haber inventado la felicidad y se mofan del "amor", de la "creación", de la "nostalgia" y de la "estrella". Ocupados solamente en manipular la propia lujuria, consideran loco a todo disidente que tome en serio a algo, como por ejemplo, la "verdad".
Como él mismo temía, el heroico nihilismo de Nietzsche se ha demostrado impotente frente a los "últimos hombres". (...) El nihilismo banal del último hombre es difundido hoy, entre otros, por Richard Rorty. El hombre que, además de la idea de Dios, ha dejado de lado también la verdad, ahora conoce únicamente los propios estados subjetivos. Su vínculo con la realidad no es representativo, sino solamente causal. Quiere concebirse a sí mismo como una bestia astuta. Para una bestia del género no se da conocimiento de Dios. [...]
Pero si queremos pensar lo real como real debemos pensar a Dios. "Temo que no nos liberaremos de Dios en tanto que creamos en la gramática", escribe Nietzsche. También habría podido agregar: "... en tanto que sigamos pensándonos como reales". Un argumento "ad hominem".
Esperemos que alguna editorial en castellano esté preparando la edición española.
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