Católicos o no, la gran mayoría de la gente quiere encontrar amor y bondad en sus vidas...
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Respodiendo a la pregunta de un seminarista, durante su encuentro con el clero de la diócesis de Bolzano, en los días de reposo que pasó en Bressanone, el Papa se refirió a la reciente Jornada Mundial de la Juventud en Sydney. La definió como una gran fiesta de la fe en la que se había celebrado la juventud de la Iglesia. Y dijo que los prejuicios presentes en las vísperas se habían desmoronado ante el simpático testimonio de tantos jóvenes. Mencionó expresamente los prejuicios de los medios de comunicación.
Me ha parecido significativo que el Papa descediera hasta el punto tan específico de referirse a los prejuicios de los medios de comunicación. Pienso que no se trata de una exageración, pues leyendo la prensa local australiana la impresión es exactamente la misma: que los prejuicios existían y habían caído. A los australianos no nos sorprende que decenas de miles de personas viajen por medio mundo para ir a las Olimpiadas, porque siempre hemos mirado el deporte con devoción religiosa. Pero rara vez nos entusiasmamos con la religión, escribe Tony Abbott en The Australian (22 de julio). Por eso, la presencia de más de 100.00 jóvenes venidos para la Jornada Mundial de la Juventud ha sido un choque cultural. Se nos había dicho que la religión era para viejos, no para jóvenes y estudiantes universitarios.
No era la fabulosa juventud de borrachera, drogas y enfermedades de transmisión sexual, sino un grupo de gente sociable, madura, que abrazaba sin complejos el renacimiento de una fe ortodoxa en el siglo XXI, escribe Miranda Devine en The Sydney Morning Herald (24 de julio). Y añade: católicos o no, la gran mayoría de la gente quiere encontrar amor y bondad en sus vidas; el contraste entre las caras radiantes de los peregrinos y las crispadas máscaras de los detractores que lanzaban condones era llamativo. No todo es según el cristial con que se mira.