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De Australia a Francia: la pausa entre estos dos viajes apostólicos internacionales brinda la ocasión para reflexionar sobre la eficacia comunicativa de Benedicto XVI y la responsabilidad del periodista al respecto.
Por ello Zenit ha entrevistado al profesor Gabriel Galdón, catedrático de Periodismo de la Universidad CEU-San Pablo; además de impartir Ética de la Información, en la misma sede universitaria de Madrid (España) dirige el Observatorio para el Estudio de la Información Religiosa (OEIR) y el Máster en Comunicación e Información Social y Religiosa. Es autor de más de 80 publicaciones científicas, entre ellas el volumen «Desinformación. Método, aspectos y soluciones» (EUNSA, www.eunsa.es), también traducido a italiano y portugués.
¿Dónde considera que reside la fuerza de la comunicación de Benedicto XVI? ¿En sus palabras, en sus gestos, en su capacidad didáctica...?
Benedicto XVI tiene, más que una habilidad, un don de comunicación, distinto al de Juan Pablo II, pero de una eficacia enorme, porque el mensaje que brinda siempre representa el núcleo de toda buena información: la síntesis significativa de un saber al servicio de la sociedad. El Papa, en su comunicación, encarna tal síntesis.
A veces se entiende la información como algo espectacular, como algo que llame la atención o determinados gestos; se olvida que lo principal es el mensaje, concreto, claro, preciso, que contenga una sabiduría y una utilidad para los ciudadanos que van a recibir ese mensaje.
En los discursos del Santo Padre, insisto, siempre se halla esa síntesis significativa de un saber al servicio de la sociedad, siempre pensando en el bien de las personas, de toda la humanidad, considerando además a los destinatarios no sólo universales, sino concretos y en cada circunstancia. Se impregnan igualmente sus discursos de una claridad especial, a fin de que todo el mundo pueda entender el mensaje que transmiten.
Para afirmar la eficacia de la comunicación de Benedicto XVI sería necesario comprobar también cómo se recibe el mensaje, si llega íntegro y si los medios de comunicación sirven para ello...
Ahí está el problema: en que la intermediación de una parte de la prensa que realiza su función de un modo no ético -esto es, sin practicar la "info-ética" de la que ha hablado el propio Benedicto XVI- llegue a tergiversar, edulcorar o trivializar el mensaje papal en general, cosa que se constata desgraciadamente en los medios más vistos; así ha ocurrido con algunas televisiones y diarios generalistas por ejemplo en España respecto a la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney.
¿Cómo y dónde sugiere llevar a la práctica la "info-ética" que pidió el Papa con ocasión de la última Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales?
Igual que existe una ciencia nueva, la bioética, que fue impulsada también por el pensamiento católico, hace falta ahora que se configure un nuevo paradigma informativo humanista-cristiano que gire en torno a la ética. Y es que la ética en la información es la parte esencial, es su naturaleza.
El periodismo es un saber prudencial, y como tal evidentemente tiene una constitución ética porque tiene como fundamento la verdad que se necesita saber para ser más libre, la verdad de la que hablaba Joseph Ratzinger -antes de ser elegido Papa-. La misión del periodismo es proclamar la verdad que es buena, la verdad que sirve para un bien de la sociedad, y no todo hecho cuya utilidad es nula.
Uno de los problemas del paradigma objetivista del periodismo es que hay millones de hechos -publicados a diario como noticias- que no sirven para nada, son efímeros, vacuos y fagocitan lo que realmente esencial. El escritor francés Jean Guitton tituló un libro suyo "Silencio sobre lo esencial". Pues muchas veces en el panorama informativo hay un silencio sobre lo esencial y un ruido clamoroso sobre lo accidental y lo efímero.
La "info-ética" en primer lugar pide hablar de lo que las personas realmente necesitan saber para ser más libres y luchar por su dignidad; es una selección informativa distinta, pero abarca un cambio radical: desde la "agenda setting" hasta el destinatario. Es urgente formar el sentido crítico ante los medios de comunicación. Así que la "info-ética" engloba todo el proceso: desde la fuente de la información hasta su recepción, y traza un horizonte revolucionario, en el mejor sentido, para los investigadores católicos y las facultades universitarias respecto a todo lo que conforma el mundo informativo.
Podrían surgir objeciones si se identifica la práctica ética del periodismo con confesionalidad, o si se tacha la mencionada selección informativa como "censura"...
La selección de la que he hablado se identifica con prudencia y retórica, es decir, toda persona tiene que elegir los mejores medios para cumplir los mejores fines. Evidentemente un periódico o un telediario no emite todo lo que ha ocurrido en el mundo; tiene que haber siempre selección. Ésta se puede realizar por parámetros de moda, de satisfacer a determinada audiencia, de interés económico, de servicio al poder, desde un paradigma capitalista-consumista, desde un paradigma objetivista, desde un paradigma sensacionalista... También se puede realizar siguiendo el criterio de buscar qué verdad es buena, qué necesitan saber los ciudadanos para ser más libres y tener más dignidad: se puede optar por una selección desde un paradigma humanista-cristiano, que desde luego es mucho mejor y es lo que necesitan ahora mismo los medios de comunicación, en mi opinión.
¿Qué lugar ocupa esta nueva ciencia de la "info-ética" en el OEIR y el Máster que éste promueve?
Es su núcleo. El objetivo del Máster en Comunicación e Información Social y Religiosa, que inicia su actividad el próximo octubre, es la formación de periodistas especializados en el ámbito de la información socio-religiosa para llevar a cabo precisamente un periodismo al servicio de la dignidad de las personas, al servicio de la verdad, del bien y de la belleza, y no al servicio de los poderes dominantes.
Para lo cual no es necesario ser creyente, sino al menos honesto...
La primera condición de todo periodista es la honestidad intelectual y moral, la honradez. La honradez intelectual busca la verdad, y al final la encuentra: me refiero a Cristo. Como docente, he conocido a estudiantes que seguían criterios más bien hedonistas y consumistas; sin embargo, a través de su interés por la verdad, por conocer las cosas y documentarse adecuadamente, en síntesis, por su honestidad, de algún modo han hallado en Cristo la verdad. Ya con el criterio de honestidad intelectual es posible hacer buen periodismo, pero la fe desde luego da una luz, y la unión íntima entre fe y razón permite profundizar en el buen periodismo, el que siempre busca el bien del hombre.
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