Los hombres grises no querían arrebatar a los hombres su tiempo, realmente querían quitarles la esperanza
AragonLiberal.es
Los hombres grises no querían arrebatar a los hombres su tiempo, como en el caso de la historia de "Momo", realmente querían quitarles la esperanza. Y, entonces, el tiempo se transformaba en una eternidad sin sentido.
Aparentemente "ocupaban el tiempo" en la acción y pasaba raudo y sin enterarse en esta vida, pero esperaba un después eterno en un vivir sin esperanza.
Su plan era muy sencillo y lo cumplieron a las mil maravillas.
Comenzaron con los más pobres de todos los hombres, los preferidos de Dios... y les quitaron a Dios sustituyendo el amor por el odio y la lucha de clases. Les prometieron la justicia desde la lucha, la sangre y la venganza. Y aupados en los pobres les dejaron tan pobres o más que antes. Su paraíso celestial se esfumó... y nunca llegó el paraíso eterno.
Siguieron con los ricos y los intelectuales, las lumbreras de Dios y las manos de Dios... y les quitaron la luz de la razón sustituyéndola por la luz del orgullo. Y les dieron la tarea de crear mundos nuevos nunca soñados... y por eso imposibles. Les vendieron el progreso desde la criatura y olvidaron el plan divino del orden del Universo: creación y desarrollo, evolución y providencia. Y no lograron mas que construir mundos hostiles al hombre porque les faltaba la Sabiduría divina sustituida por la "programación humana".
Y después, sin esperanza, llenos de soberbia... se pusieron a embestir a la gente que ocupa el escalafón medio, a los que realmente hacen sostenible el mundo, a los que mantienen con su piedad a los que no tienen y forman en su seno a los futuros intelectuales. Gente sencilla y tranquila... y les pusieron la Televisión, el consumismo, la sensualidad... el placer de lo inmediato. Los engatusaron e idiotizaron. Esa labor fue sencilla porque esa "aurea mediocritas" siempre había vivido en la posesión de sus bienes sin apreciar que por ellos otros se habían sacrificado. Los héroes fueron sustituidos por los que claudican, los mártires por los acomodados.
Pero a pesar de eso los hombres grises vieron que seguían encendidos algunos fuegos. Gentes sencillas aferradas a su Dios, gente medianamente acomodada que hacían de sus casas un reducto de amor de Dios y de tranquilidad, intelectuales que seguían admirados ante el mundo y abrían el velo que les ocultaba a Dios... y algunos que con dinero y recursos se empeñaban todavía en fomentar la gloria de Dios.
Y es que Dios es una luz que no puede ocultar ninguna capucha gris... y así seguirá siendo.