Un estudio del Instituto francés de Estadística revela que las distancias familiares, tanto geográficas como afectivas, se alargan tras las separaciones.
Desde que se admitió el divorcio de mutuo acuerdo en Francia en 1975, las rupturas matrimoniales han crecido exponencialmente. Se ha pasado de 12 divorcios por cada 100 bodas celebradas en un año a cerca de 50 por 100. La relación entre los padres divorciados y los hijos cuando son adultos es el objeto de un estudio publicado recientemente por el INSEE, el organismo estadístico francés.
Dificultades para mantener una relación estrecha entre los distintos miembros.
El texto confirma que una vez se separan los padres, resulta más difícil que se mantenga una relación estrecha entre cada uno de ellos y sus hijos. Se da aquí una fuerte asimetría entre el caso del padre y el de la madre, casi siempre a favor de ésta, pues a ella los jueces le suelen asignar la custodia de los hijos.
El primer obstáculo es la distancia geográfica.
La distancia es, en primer lugar, geográfica. Cerca de la mitad de los hijos adultos de divorciados están a más de dos horas de trayecto del domicilio del padre, frente al 28% de los hijos de parejas unidas. En cambio, la lejanía del domicilio materno es prácticamente igual para todos los hijos adultos, con independencia de que los padres estén separados o no.
Decaen las visitas.
Hay además otros factores, como muestran los datos sobre la frecuencia de visitas. Un poco más de la mitad de los hijos de divorciados viven relativamente cerca a menos de dos horas del padre, solamente el 40% lo ven una vez al mes, frente al 77% de los hijos de parejas unidas. La distancia afectiva aumenta si el padre divorciado vuelve a casarse. Entonces, el 29% de los hijos no lo visitan nunca frente al 22% que sí que lo hace cuando sigue viviendo solo.
La clase social del padre influye en las visitas de los hijos y en la valoración de su relación.
La relación con el padre divorciado varía según la clase social de éste. Si es un empresario o directivo, la probabilidad de que sus hijos le visiten al menos una vez al mes es del 48%, frente al 19% si es empleado u obrero. En esto influye la posibilidad de costearse desplazamientos. El estudio apunta, además, que los padres divorciados de clase modesta valoran en 5,2 puntos sobre 10 sus relaciones con los hijos. Los de clase media-alta ponen una nota media de 6,5.
La madre resiente menos la separación.
Otro dato de interés que se desprende del texto es que en un divorcio la relación con los hijos adultos se resiente menos para la madre. El 67% visita al menos una vez al mes a la madre, cosa que hacen el 77% de los hijos de padres no separados.
Aumento de hogares monoparentales: una de las principales consecuencias.
El divorcio a corto plazo, según analiza el INSEE, está produciendo una multiplicación de hogares monoparentales. En 2005 eran 1,76 millones en Francia, 2,5 veces más que en 1968. El crecimiento se debe sobre todo al divorcio. El siguiente dato lo ilustra: en 1962, el 55% de los hogares monoparentales estaba encabezado por un progenitor viudo, circunstancia que ahora sólo ocurre en el 10% de los casos. Además, hay un 15% de hogares monoparentales en que los dos padres de los chicos nunca han convivido. El fenómeno puede verse también desde el lado de los hijos. Los menores de 25 años que viven en hogares monoparentales han pasado del 7,7% en 1968 al 17,7% en 2005, año en el que alcanzaban los 2,84 millones.
El informe Evolución de la familia en Europa 2008, del Instituto de Política Familiar, hace una análisis certero de la realidad social en Europa. En cuanto a rupturas matrimoniales, el texto señala que, en la Europa de los 27, cada año se supera el millón de divorcios, una ruptura cada 30 segundos.
El informe pone de manifiesto además, que las rupturas han ascendido a 369.365 en los últimos 26 años (1980-2006). Esta cifra representa un incremento del 55%. En España, el crecimiento ha sido exponencialmente, alcanzando el 290%. Este porcentaje hace que nuestro país sea el lugar en el que más ha crecido la ruptura en los últimos 10 años (1996-2006). Las cifras españolas son desoladoras. No hay ningún otro país de la Europa de los 27 que se acerca a estos datos. Entre 1996 y 2006 la cifra se ha triplicado (290%), pasando de 32.571 divorcios en 1996 a 126.952 en 2006.
En rupturas matrimoniales por detrás de España se sitúan Alemania, Reino Unido y Francia. También es sintomático que sólo en estos cuatro países el número de divorcios asciende a 605.000, una cifra que representa el 58% del total de casos que se producen en la Europa de los 27.
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