Sois el rostro joven de la Iglesia -dijo el Santo Padre en Brindisi-; no dejéis de ofrecerle vuestra aportación
El pasado 14 de junio, Benedicto XVI se dirigió a los jóvenes en Brindisi (capital de la provincia homónima en la región de Apulia en Italia). Sois el rostro joven de la Iglesia -dijo el Santo Padre-; no dejéis de ofrecerle vuestra aportación.
El Papa recordó que Brindisi, que había sido "un lugar de embarcación hacia Oriente", sigue siendo "una puerta abierta hacia el mar" y en ese puerto desembarcan ahora numerosos prófugos del Este de Europa, que reciben "refugio y asistencia".
"Esa solidaridad -subrayó- forma parte de las virtudes que constituyen vuestro rico patrimonio civil y religioso. (...) Entre los valores enraizados en vuestra tierra quisiera recordar el respeto de la vida y especialmente el apego a la familia, expuesta hoy al ataque de numerosas fuerzas que intentan debilitarla. ¡Qué necesario y urgente es, también frente a estos retos, que todas las personas de buena voluntad se comprometan a salvaguardar a la familia, base sólida sobre la que construir la vida de toda la sociedad!".
Dirigiéndose después a los jóvenes, el Santo Padre afirmó que conocía muy bien tanto sus ganas de vivir como los problemas que les afligían. "Conozco en particular -dijo- el peso que grava sobre tantos de vosotros y sobre vuestro futuro debido al fenómeno dramático del desempleo. (...) Del mismo modo sé que vuestra juventud está asediada por la lisonja de fáciles ganancias, de la tentación de refugiarse en paraísos artificiales o de formas distorsionadas de satisfacción material".
"¡No sucumbáis a las insidias del mal! -exclamó-. Buscad ante todo una existencia rica de valores, para dar vida a una sociedad más justa y abierta al futuro. (...) Depende de vosotros (...) que el progreso llegue a ser un bien para todos. Y el camino del bien tiene un nombre: amor".
"El amor de Dios tiene el rostro dulce y compasivo de Jesucristo. Este es el fulcro del mensaje cristiano: Cristo es la respuesta a vuestras preguntas y problemas. (...) Seguidlo fielmente y para encontrarlo amad a su Iglesia, sentíos responsables de ella, no huyáis de ser, cada uno en su ámbito, protagonistas decididos".
"Sois el rostro joven de la Iglesia -concluyó Benedicto XVI-; no dejéis de ofrecerle vuestra aportación para que el Evangelio que proclama se difunda por doquier. Sed apóstoles de vuestros coetáneos".