Padre, nos trasladamos a vivir a Shangai, en China. Luisa se lo dijo al Prelado en octubre del año pasado (vea el vídeo de ese momento de la tertulia). Estaban en el santuario de Torreciudad, rodeados de familias que habían ido a rezar a la Virgen.
Ahora, Luisa y Pepe, supernumerarios del Opus Dei, están en Shangai con sus siete hijos. No se sienten solos, aunque allí los católicos no son tantos.
Han descubierto la piedad de los cristianos del país y, además, aprecian ahora de manera especial la oraciones de otras personas que les sostienen en su nueva situación.
Pero, sobre todo, siguen acudiendo a la Virgen, como ellos mismos relatan:
La última semana de mayo, en Shangai, la hemos tenido llena de actividades. Vinieron otras personas del Opus Dei desde Hong Kong para atendernos espiritualmente.
Celebramos un retiro mensual y una clase de doctrina cristiana en la que se habló sobre el ecumenismo.
El Papa había elegido el 24 de mayo como un día de oración por la Iglesia en China. Como no podía ser de otra manera, quisimos seguir el deseo del Papa.
Así que, siendo mayo, organizamos una romería al Santuario de Nuestra Señora de Sheshan. Imaginábamos que a Benedicto XVI le hubiera gustado nuestra iniciativa.
El Santuario se encuentra a unos 20 kilómetros del centro de Shangai. Edificado sobre una colina, fue erigido por religiosos de la Compañía de Jesús en los años 30.
Durante la Revolución Cultural, los Guardias Rojos lo arrasaron, pero más tarde fue reconstruido. Actualmente es el principal centro de peregrinación mariana de China.
Salimos de la Parroquia de St. Peter en minibús, tras la Misa de once. El grupo estaba compuesto por chinos, mexicanos, italianos, chilenos y españoles. Al llegar al Santuario, nos sorprendió gratamente la devoción y amor de la gente a la Virgen.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades para evitar que un gran número de peregrinos acudieran desde todos los rincones de China a demostrar su amor a Nuestra Señora, un puñado de valientes acudió al Santuario.
Ante Nuestra Señora de Sheshan rezamos el Rosario y la preciosa oración que el Santo Padre había escrito para encomendar la Iglesia en China a Nuestra Señora de Sheshan. En ella el Papa dice así:
Señora nuestra de Sheshan,
alienta el compromiso de quienes en China,
en medio de las fatigas cotidianas,
siguen creyendo, esperando y amando,
para que nunca teman hablar de Jesús al mundo,
y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario tú muestras a tu
hijo al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Desde China, sentíamos que conforme avanzaban las horas del día, e iba amaneciendo en los distintos países de la tierra, en cada uno de ellos se rezaba por nosotros. Y nosotros rezábamos por los lugares donde pueden estar sufriendo más: Timor, Bagdag, Beirut...
A las tres de la tarde en Shangai, eran las nueve de la mañana en Roma. Ese día, 34 hermanos nuestros del Opus Dei se ordenaban sacerdotes, y decidimos ofrecer el Rosario por ellos.
Pedimos a la Virgen que fueran unos sacerdotes muy santos, y que alguno pueda venir a Shangai en el futuro. ¡Aquí hay mucho por hacer!
Seguimos teniendo presentes -nosotros, nuestros amigos y nuestros hijos, aunque sean pequeños- las palabras de ánimo que nos dio el Padre en Torreciudad:
Hijos míos -nos dijo- no vais solos, ¡toda la Obra va con vosotros! Todos los días rezamos por China, y por vosotros. ¡Ánimo!, ¡cuántos frutos para la Iglesia tienen que salir de esa bendita tierra de China!.
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