La misericordia de Dios se ofrece en el Cristo médico que sana al hombre del pecado
ZENIT.org
El Papa Benedicto XVI afirmó que la misericordia ocupa un lugar central en el mensaje cristiano, durante la alocución previa al rezo del Angelus con los peregrinos reunidos esta mañana en la Plaza de San Pedro.
«Esta palabra de Dios ha llegado a nosotros, a través de los Evangelios, como una de las síntesis de todo el mensaje cristiano: la verdadera religión consiste en el amor a Dios y al prójimo. Esto es lo que da valor al culto y a la práctica de los preceptos».
Comentando el evangelio del día, la vocación de Mateo (Mt 9, 12-13), el Papa explicó que Jesús hizo suya la profecía de Oseas, «Quiero amor y no sacrificio, conocimiento de Dios más que holocaustos».
Según el Papa, la misericordia «es una palabra clave, una de aquellas que nos introducen en el corazón de la Sagrada Escritura».
«En este oráculo de Oseas, Jesús, el Verbo hecho hombre, se ha, por así decirlo, encontrado plenamente; lo ha hecho propio con todo su corazón y lo ha realizado con su comportamiento, a costa incluso de chocar con la susceptibilidad de los jefes de su pueblo».
Esta misericordia, explica el Papa, fue la que le hizo sentarse a la mesa con el publicano Mateo y responder a los fariseos escandalizados: «No son los sanos quienes necesitan al médico, sino los enfermos... No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores...»
«Es tal la importancia de esta expresión del profeta que el Señor la cita nuevamente en otro contexto, a propósito de la observancia del sábado (cfr Mt 12, 1-8). También en este caso Él se atribuye la responsabilidad de la interpretación del precepto, revelándose como Señor de las mismas instituciones legales».
Cristo, médico
El Papa, comentando las palabras de Cristo «No son los sanos quienes necesitan al médico, sino los enfermos...», invitó a los peregrinos congregados en San Pedro a hacer suyas las palabras de san Agustín en sus Confesiones: «¡Ten piedad de mí, Señor! Mira que no te escondo mis heridas: tú eres el médico, yo el enfermo; tú eres misericordioso, yo mísero... Toda mi esperanza está puesta en tu gran misericordia».
Según Benedicto XVI, la misericordia de Dios se manifiesta en el Cristo médico que sana al hombre herido por el pecado, como explicó durante los saludos en diferentes idiomas a los peregrinos participantes en el Angelus.
«La separación de Dios, el pecado, hace a la humanidad enferma. Sufre por su egoísmo, que no le deja lugar a una vida auténtica. Cristo es el médico, que nos trae la curación y nos devuelve la salud. Él abrirá nuestra vida a Dios y a los demás. Acojamos su amor que nos sana y ofrezcámoslo a aquellos que nos rodean. Así viviremos verdaderamente», expuso el Papa a los peregrinos de habla alemana.
Por eso, es necesario «acercarse con confianza a Jesucristo, médico que sana los corazones y llama sin cesar a la conversión», para que «inspirados por Él, penséis lo que es recto y lo cumpláis con su ayuda», dijo a los peregrinos de habla española.
Ese rostro misericordioso de Jesús, que «come con publicanos y pecadores» se descubre «especialmente en los Sacramentos del Perdón y de la Eucaristía», explicó a los peregrinos de habla francesa.
Al sentir la misericordia de Jesús, «Mateo se levantó y se convirtió en seguidor de nuestro Señor». Responder a la misericordia de Dios supone, por tanto, estar «preparados para rechazar todo aquello que nos separa de Dios, de manera que podamos responder generosamente a su llamada», añadió finalmente a los peregrinos de habla inglesa.