Italia: Necrológica al bebé que aún está en mi vientre
con final feliz
La prensa italiana ha sido en las últimas semanas escenario de un interesante cambio de actitud con respecto al aborto. La historia tiene como protagonista a Sandra (nombre ficticio), una joven napolitana embarazada que remitió una carta al presidente de la República, Giorgio Napolitano, explicándole su angustia por su determinación de abortar por motivos económicos.
Sandra cuenta la situación con gran realismo: no existe ningún riesgo para su salud si sigue adelante con el embarazo; tampoco ha sido víctima de violación; el padre de la criatura es el hombre al que ella quiere y seguirá queriendo. Pero hay un problema: la renta de ambos no es suficiente para dar una vida digna al hijo que vendrá al mundo y ella siente que no debe permitir que nazca un niño que pasará una infancia con privaciones. Querido Presidente... poco dinero para un hijo... la razón prevalece sobre el corazón... Solo 1.300 euros al mes, he decidido abortar. Esta es a grandes trazos el contenido de la necrológica del no nacido hijo de Sandra.
Pues bien, tras la carta, Laura Laurenzi, periodista del rotativo La Repubblica que no es precisamente un diario pro vida, se pone en contacto con Sandra y la entrevista. ¿Está segura de una decisión tan importante?, pregunta la Laurenzi. Y Sandra: Estoy siempre a tiempo de cambiar de idea, pero de momento tengo una cita para la intervención. Es consciente de la importancia del asunto, pero si te falta el dinero para tomar el metro no importa, pero si te faltan cientos de euros para llevar a tu hijo al médico, eso sí que importa.
La periodista no da crédito a lo que oye: ¿Con dos mil euros al mes, no abortaría?. Seguramente tendría al niño, dice Sandra. En otros países, las parejas son ayudadas, aquí se habla tanto del baby bonus pero después en la realidad no ocurre nada. Luego le pregunta por su trabajo, por su carrera laboral. Estuvo a punto de terminar Ciencias Políticas. Después comenzó a trabajar en un periódico, para luego seguir con otros trabajos de diversa índole. He trabajado también de niñera. Amo muchísimo a los niños: te llenan la vida, son espléndidos. Había ya escogido el nombre para mi hijo, porque siento que es chico: el mismo nombre que mi padre.
La entrevista se publica en La Repubblica del 30 de abril. Pocos días después, un nuevo artículo en el diario: Sandra cambia de idea y decide no abortar. Soy felicísima. Asustada pero muy feliz. El miércoles por la tarde, gracias a la ayuda de una amiga médica he hecho en el hospital los análisis de sangre y otra ecografía, la segunda. El ginecólogo me ha dicho que el embrión había comenzado a formarse desde hacía poco y me ha mostrado en el monitor algunos rasgos de mi bebé. Ha sido de veras emocionante. Lo más increíble es que cuando el doctor me decía que no respirara, el pequeño ser se paraba; en cambio, cuando me decía que continuara respirando, mi pequeño bebé volvía a latir sincronizado con mi respiración. Ha sido increíble, conmovedor. Sandra se muestra muy agradecida por las muestras de afecto recibidas desde que escribió su carta. Ahora quiere contarle todo a su madre, a quien no ha comunicado su embarazo. Pero esperará a una pequeña intervención de corazón que han de hacerle pronto.
Querría decir a todos los que me han escrito, también a través del foro online de La Repubblica, que se lo agradezco y que sepan que han dado una pequeña contribución a un debate sobre aquello que me atrevería a definir como nuestro gran drama generacional, concluye Sandra.