Un informe muestra que contribuye a reducir el número de abortos y de embarazos precoces
Hace dos meses, el Congreso de Estados Unidos fue escenario de un debate sobre la estrategia a adoptar en la ayuda que se presta a África en la lucha contra el Sida. Existía un desacuerdo sobre la importancia presupuestaria que habría de concederse a la promoción de la abstinencia como solución a la extensión de la epidemia. Aunque son muchos los estudios que certifican su éxito, no faltaron quienes se oponían y postulaban desechar la abstinencia para centrar el gasto solo en la difusión de preservativos.
Pocas semanas después, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos ha publicado un informe que muestra la eficacia de las estrategias de este tipo aplicadas en el país, como medio para reducir el número de embarazos precoces y de abortos. Desde hace diez años, Estados Unidos ha invertido 1.300 millones de dólares de dinero público en fomentar la abstinencia sexual entre los jóvenes. El resultado es que entre 1990 y 2004 el número de embarazos tempranos ha descendido un 38%, mientras que el aborto ha disminuido a la mitad durante este tiempo.
Con estos datos sobre la mesa, el pasado 22 de abril se publicó un nuevo informe que pretendía examinar la parte que la promoción de la abstinencia había tenido en tan buenos resultados. En Abstinence Education: assessing the evidence, Robert Rector y Christian C. Kim, de la Heritage Foundation, revisan 21 estudios sobre programas de educación en la continencia. En total, 16 de ellos observan resultados positivos, en particular retraso en la iniciación sexual y menor frecuencia de relaciones sexuales entre los jóvenes que participaron en ellos.
Un ejemplo de este tipo de programas para jóvenes es Reasons of the Heart (Razones del corazón), llevado a cabo en el estado de Virginia: según el estudio de la Heritage, un año después de impartirse, solo el 9,2% de los que eran vírgenes al cursarlo habían tenido relaciones sexuales, mientras que entre los que no siguieron el programa la proporción se duplicaba. Parecidos son los resultados del Best Friends, patrocinado por una fundación del mismo nombre, con sede en Washington, pero que desarrolla programas en todo el territorio nacional: las chicas que lo cursaron multiplicaban por 6,5 su probabilidad estadística de abstenerse de relaciones sexuales, y reducían también la de fumar (2,4 veces menos fumadoras), drogarse (8 veces menos) y beber alcohol (casi 2 veces menos).
Según Rector y Kim, los programas de formación para la abstinencia no solo afectan al comportamiento sexual sino que aportan a los jóvenes aptitudes para tomar decisiones, fundamentar su responsabilidad personal y desarrollar relaciones y matrimonios sanos más adelante en su vida. Por ello, y teniendo en cuenta su eficacia, critican que la dotación presupuestaria no refleje aún esta realidad: las administraciones gastan hasta 12 veces más en fomentar la educación sexual contraceptiva que la continencia. Proponen como un primer paso para mejorar la situación que la educación de la abstinencia esté más presente en las escuelas, ya que en la actualidad solo un 22% de los centros enseñan esta pauta de comportamiento, mientras que un 68% no promueven otra medida que la anticoncepción.