La incongruencia de muchos católicos, que puede llevar a una esquizofrenia entre lo que se dice creer y la vida cotidiana, hace daño a los propios católicos, a la Iglesia y a los no católicos, porque esa incoherencia aleja
Las Provincias
Sucedió en Madrid. Dos jóvenes atracaron a un varón al anochecer. Al exigirle el dinero mientras uno de los dos jóvenes mostraba un cuchillo, observaron que se trataba de un sacerdote. Uno de los atracadores le pidió disculpas, mientras le argumentaba que tenían que buscarse la vida, y que les comprendiera. Con semejante diálogo, le pidió al sacerdote que le bendijera una medalla que llevaba colgada al cuello: el sacerdote se la bendijo.
El otro hecho que voy a relatar sucedió la semana pasada, en una ciudad de la Comunitat Valenciana, que me parece preferible omitir, por razones obvias. Los componentes de un paso de una de las procesiones de Semana Santa estaban ensayando por la noche. Una televisión emitió ese ensayo, y puedo asegurarles que se les veía muy concentrados. El único detalle incoherente es que, en todo el tiempo que se emitía por televisión el ensayo, salía al fondo un anuncio claro de un club de alterne. Tal vez el cámara de televisión podía haber ofrecido otros planos, pero no deja de ser significativo que ensayen un paso de Semana Santa a las puertas de un club de alterne.
Hemos de valorar si el fervor religioso de estos días de Semana Santa, con procesiones multitudinarias y representaciones magníficas de la Pasión, se corresponde con la vida cotidiana de quienes salen o participan en las procesiones. Es evidente un aumento de procesiones y participantes: no dudo del fervor religioso de nadie. Sólo me remito a una realidad: aumenta lo espectacular y lo tradicional en Semana Santa, y sigue disminuyendo la práctica religiosa en España. No parece coherente.
La coherencia, la unidad de vida, es un valor que todos apreciamos. No hay que renunciar a esa coherencia entre la fe y la vida ordinaria, las manifestaciones públicas y espectaculares y la vida personal cotidiana. Todos hemos oído expresiones como soy creyente pero no practico, o soy católico pero no comparto la moral católica en aspectos importantes, como la moral sexual. ¿Católicos a la carta? Una incongruencia más.
La incongruencia de muchos católicos, que puede llevar a una esquizofrenia entre lo que se dice creer y la vida cotidiana, hace daño a los propios católicos, a la Iglesia y a los no católicos, porque esa incoherencia aleja.
La coherencia moral de un católico tiene que abarcar todas las facetas de su vida: familia, trabajo y relaciones sociales. Es incoherente que un católico se muestre muy fervoroso, y luego haga gastos excesivos en viajes, coches, casas, etc., sin vivir la solidaridad. Es incoherente que un católico trabaje con las leyes de la jungla, usando armas que ve en otros como la mentira o el enriquecimiento injusto, bajo la excusa de que la mayoría lo hace, o al menos es la única vía que conoce para progresar o subsistir en el trabajo. Es una fractura, una incoherencia, que un católico maltrate a un vecino, sea violento en la vía pública o vote en unas elecciones sin sopesar los valores morales.
¿A qué se debe esta falta de unidad de vida, de coherencia, entre los católicos españoles? Tal vez a la propia formación de los católicos, y no vendría mal un ejercicio de autocrítica de los responsables de esa formación, que en primer lugar son los padres católicos, no empecemos ya a meternos con los clérigos o catequistas, que siempre es lo que sale fácil en nuestro país.
Pero también esta incoherencia se está fomentando en España en estos últimos años por parte de sectores culturales y políticos, bajo el denominado laicismo: es arrinconar la doctrina católica, permitir manifestaciones públicas fervorosas ningún intelectual o político se atrevería a meterse con la Semana Santa sevillana, por ejemplo, ni con ninguna de las procesiones que conocemos-, pero busca por todos los medios evitar que la fe y la moral católica influyan en la vida de las personas.
El adoctrinamiento que persigue la asignatura Educación para la Ciudadanía busca precisamente eso, entre otros objetivos: fortalecer la ruptura entre fe y vida, pedir el respeto a todas las religiones a la vez que se permiten ridiculizaciones continuas a la católica. Hoy es más difícil la coherencia para un católico, y más necesaria.