La vida familiar sana requiere espíritu de sacrificio por parte de los padres pero no se conoce otro remedio para evitar que la riada se lleve a los hijos al cumplir determinada edad
Agea.org
La problemática de los adolescentes ha llegado a ser algo verdaderamente preocupante para familias y centros de enseñanza. La desorientación que existe y las llamadas que reciben al simple consumo sexual han desembocado en conductas alarmantes.
Existe toda una jerga juvenil en la que se habla de "rollo" y "enrollarse" y que describe una relación entre adolescentes basadas en el besuqueo lascivo sin querer llegar a nada más. Al día siguiente, "si te he visto no me acuerdo". Se acepta que "enrollarse" es un escalón anterior a salir. Y salir tiene, como determinados productos alimenticios, fecha de caducidad prevista. Y así una y otra, y todas las relaciones que tercien. Cualquiera que conozca un poco el mundo de la enseñanza secundaria sabe que este fenómeno tiene dimensiones de epidemias.
¿Quién se ocupa de la educación afectiva de chicos y chicas sin experiencia y sin resortes morales de ningún tipo? Es impresionante comprobar que una gran parte de los padres no se ocupan de este tema. Si confían en el ámbito escolar han de saber que allí no se suele proporcionar otra visión que biológica y toda la información sobre los recursos de lo que algunos llaman fontanería genital. El resultado es desolador, hay un desamparo afectivo y moral de miles de adolescentes.
Estas conductas suelen conducir al final a una frustración psicológica y sentimental con un cierto poso de amargura y sensación de estar de vuelta de todo; dan lugar a personas sin ilusión, sin ideales, a jóvenes "viejos". La conclusión es que, cuando pasan los años, se encuentran con el más asombroso vacío: un vago sentimentalismo sin profundidad y un montón de "experiencias" que han desarbolado la sensibilidad. No es de extrañar que este tipo de personas que ha generado nuestra sociedad lleguen al matrimonio y fracasen. ¿Qué proyecto pueden tener vida en común? Simplemente, van a "lo que salga"...
La educación afectiva debe comenzar desde pequeños y en la casa, hay que adelantarse con delicadeza a la natural curiosidad. Y los padres deben saber que la educación afectiva, sexual y moral de los hijos ha de darse teniendo muy claro que se van a desenvolver en un medio hostil.
La vida familiar sana requiere espíritu de sacrificio por parte de los padres pero no se conoce otro remedio para evitar que la riada se lleve a los hijos al cumplir determinada edad. Hay que educar la inteligencia y la voluntad, darles armas para que sepan sobrevivir en medio de la comunicación. No se puede aceptar que Hollywood eduque afectivamente, ni que impere moda "Ragazza", ni determinadas canciones, ni provocativos anuncios.
Cuando se puso de moda la canción de "corazón partío" de Alejandro Sanz, pudo comprobarse como niños de educación infantil (3-4 años) conocían la letra de la canción, tarareaban con su lengua de trapo: "¿quién me va a entregar sus emociones? ¿quién me va pedir que nunca le abandone? ¿quién me va a tapar esta noche si hace frío? ¿quién me va a curar el corazón partío?" ¿Se puede uno extrañar de lo que seguirá a continuación con 10, 13, 15 años?
Es lógico lo anterior si se pasan horas y horas viendo la televisión, escuchando la radio y determinada música. No estaría nada de más que los padres se preocupen de saber qué leen, qué oyen, y qué ven sus hijos. Los chicos reciben en la actualidad más ejemplos negativos que positivos. Los padres deben empeñarse en ir contracorriente, asumir el cansancio de esta esforzada educación.