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Los medios de comunicación católicos deben ofrecer algo más en su búsqueda de la verdad: «la Verdad» que es Jesucristo, considera el presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.
Al presentar el mensaje del Papa para la 42ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el arzobispo Claudio Maria Celli profundizó en la cuestión de la «info-ética» referida a los medios de inspiración católica.
«No existe ámbito de la experiencia humana» en el que los medios no sean parte constitutiva, reconoce Benedicto XVI en su mensaje sobre el lema de la Jornada: «Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla».
Y el progreso, en el campo mediático, «ofrece posibilidades inéditas para el bien, pero abre al mismo tiempo enormes posibilidades de mal que antes no existían», por lo que alerta de una comunicación que pierda «las raíces éticas» y eluda «el control social»: «termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano».
Por eso, recalca el Papa, «es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad», siendo necesaria «en este ámbito una "info-ética", así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida».
Apuntando estas reflexiones, en su encuentro con la prensa acreditada ante la Santa Sede, el arzobispo Celli advirtió de que «los medios de comunicación de inspiración católica no pueden prescindir de la problemática ética de todos los medios, porque es innegable que todo lo que afecta al hombre en cuanto tal debe ser punto de referencia» también de los medios católicos.
«Sólo que nuestros medios deben tener, creo, algo más, porque no existe sólo el hombre como punto de referencia, sino que en esta búsqueda de la verdad, para nosotros, esta verdad es una persona: es Jesucristo», subrayó.
Es esencial ser consciente de que «nuestros medios se abren no sólo a los católicos, sino a todos los hombres -advirtió el prelado-; no son medios para los católicos, sino que constituyen esta presencia de una realidad católica que se abre al hombre, a todo hombre».
Y ejemplificó con el caso de diarios o radios de inspiración católica: «Es innegable que no existen sólo o no tienen únicamente como destinatario a personas que ya pertenecen a la Iglesia, sino que deben presentar también una atención profunda a cuanto existe en el alma del hombre, en su corazón, donde a veces puede haber una lejanía de Dios, o muchas veces una profunda nostalgia de Dios».
«Nuestros medios -sintetizó- deben ser búsqueda y ayuda en la búsqueda».
«Nuestros medios no deben convertirse -permítaseme esta forma de hablar- en instrumentos de un fundamentalismo religioso o de integrismos culturales», advirtió.
Y empleó un término que aprecia mucho, para describir el rasgo que debe caracterizar a los medios católicos: «Deben ser expresión de una diaconía de la cultura».
Se trata de que sepan entrar «en esta búsqueda que los hombres se plantean cotidianamente», siendo «instrumentos de esta diaconía de cultura, instrumentos de enseñanza de qué significa dialogar, ser hombres que respetan las posiciones de los demás, que saben acoger, que saber comprender».
«Lo subrayo de nuevo: no estamos buscando fundamentalismos religiosos, porque a veces el riesgo es éste. -alertó-. Y la propia Iglesia no es esto; no es una "torre de marfil" que se yergue en su posesión de la verdad, sino que es una Iglesia que sabe acoger, entender, dialogar, respetar».
«Y si ésta es la Iglesia, esto deberían ser los medios de comunicación social que tienen a católicos como profesionales», concluyó.
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