La ocasión era el 35 aniversario de la decisión del Tribunal Supremo en el caso Roe vs. Wade, que legalizó el aborto. Participaron en la protesta varias decenas de miles de personas provenientes de varios estados, que recorrieron Constitution Avenue para dirigirse a la Corte Suprema.
La marcha según reflejaba el Washington Post parecía una gigantesca y vitalista concentración, con sonrientes jóvenes (...) cuyas pancartas mostraban su compromiso con una causa: Dar la vida, no quitarla y Tu madre fue pro vida.
Entre los asistentes circulaban los datos recientemente facilitados por el Guttmacher Institute. Esta organización publica desde los años 70 un informe que es considerado la más autorizada información sobre la extensión del aborto en Estados Unidos. El informe de este año afirmaba que el número de abortos había descendido un 9% entre el 2000 y el 2005, situándose en la cifra más baja desde 1975. De las 21,3 por mil mujeres entre los 15 y los 44 años que abortaron en el 2000, se ha pasado a 19,4 en 2005, con un total de 1,2 millones de abortos.
La marcha culminaba tres días de eventos pro vida, desde conciertos a vigilias de oración. Los 20.000 jóvenes asistentes a la misa y a un concierto en Verizon Center escucharon un mensaje de Benedicto XVI, quien les agradeció su labor por promover el respeto por la dignidad y los derechos inalienables de cada ser humano, incluidos los miembros más pequeños e indefensos de la familia humana.
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RAMON PI, en LA GACETA DE LOS NEGOCIOS
Roe vs. Wade: XXXV aniversario
Anteayer se cumplieron 35 años de la sentencia del Tribunal Supremo de EEUU llamada Roe vs. Wade, que declaró constitucional el aborto provocado en cualquier momento de la gestación y por cualquier procedimiento.
Nunca fue aceptada pacíficamente esta sentencia en la sociedad americana, profundamente dividida ante esta cuestión. Allí, al contrario de lo que ocurre en Europa, no produce tanto rubor esgrimir razones religiosas para defender un punto de vista. Y, aunque no es necesario apelar a las creencias para defender la vida de los hijos inocentes a quienes se niega la oportunidad de nacer siquiera, lo cierto es que el debate sobre el aborto ha tenido siempre, tanto allí como aquí, un fuerte componente religioso. La cosa no tiene mucha lógica, pero así ocurre, y los hechos dan la razón al filósofo del derecho Norberto Bobbio, socialista y agnóstico, cuando ha dejado dicho: Me sorprendo de que los laicos dejen a los creyentes el privilegio y el honor de afirmar que no se debe matar.
Pero con fundamentos religiosos o nada más y nada menos humanistas, el caso es que cada año, por estas fechas, en EEUU salta de nuevo al primer plano el movimiento a favor de la revocación de la sentencia Roe vs. Wade. Es un movimiento pujante, que pone ante los ojos de la gente la realidad de una matanza de dimensiones mareantes y con procedimientos a veces estremecedores. La influencia de las distintas actitudes respecto del aborto es creciente en las elecciones de todos los niveles, incluidas las presidenciales. La batalla por la vida es larga, será todavía costosa, pero se mantiene viva, y su final, con seguridad, habrá de ser la revocación de la sentencia citada.
¿Y en Europa? ¿Y en España? Lamentablemente, las cosas por aquí son más dramáticas. Las sociedades europeas son víctimas de una anestesia generalizada ante el espectáculo horrendo de este genocidio silencioso y a menudo silenciado (acaba de aparecer la traducción española de un libro sumamente ilustrativo, El genocidio censurado, del periodista Antonio Socci).
Sin embargo, hay que prestar atención a los acontecimientos recientes de varios establecimientos comerciales dedicados en España al negocio del aborto, que desarrollaban su actividad con los suficientes indicios de ilegalidad como para que sus responsables estén ahora mismo procesados y en prisión. Las investigaciones policiales en algunos de estos establecimientos dejan lugar a pocas dudas: la carnicería perpetrada en ellos es espantosa, el hallazgo de máquinas trituradoras para desembarazarse de las criaturas sacrificadas ha erizado los cabellos de las gentes, y parece que se despierta, por fin, un movimiento de sensibilidad hacia esta enorme injusticia derivada de una legislación inicua como la vigente hoy entre nosotros.
Estos episodios han facilitado, además, la publicidad de algunos vídeos en los que puede verse no sólo el horror de los procedimientos que se emplean para la matanza, sino la mentira colosal sobre la que ha de fundamentarse necesariamente cualquier teoría y cualquier práctica del aborto provocado. Algunos grupos abortistas han pretendido presionar al Gobierno (por cierto, deseoso de ser presionado) en defensa de sus intereses. Lo que ha trascendido ha sido un híbrido de espectáculo grotesco y de insulto a la inteligencia. Algunos medios de comunicación han editorializado con argumentos (?) que harían enrojecer a un estudiante de bachillerato.
No sé si nuestra sociedad reaccionará mucho o poco, pronto o tarde. Creo que empieza a verse una luz al final de este lóbrego túnel. Sólo hace falta no desmayar en la defensa de la causa de los más débiles e indefensos, y presionar a los políticos para que devuelvan a esta sociedad la dignidad perdida.
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