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«Sin familias, y familias sanas, amorosas y completas, no habrá ni desarrollo ni futuro», afirma la doctora Christine de Vollmer, residente en Venezuela, miembro de la Academia Pontificia para la Vida, y presidente de la Alianza Latinoamericana para la Familia (ALAFA).
Participará en el primer Congreso Internacional en Defensa de la Vida, que se celebrará en el Santuario de Nuestra Señora Aparecida, en Brasil, del 6 al 10 de febrero.
En este contexto, Zenit la ha entrevistado.
¿Qué expectativas tiene usted para el primer Congreso Internacional en Defensa de la Vida?
Vengo con grandes expectativas a este Santuario donde recientemente la Iglesia de América se reunió con el Papa para trazar el camino para el próximo decenio. Pienso que este Congreso Internacional reunirá los mejores pensadores en materia de familia: familia que es el futuro no sólo de América, sino del mundo. Sin familias, y familias sanas, amorosas y completas, no abra ni desarrollo ni futuro. Pienso que esta iniciativa dará pautas para corregir el rumbo equivocado que tienden a seguir nuestros países. Aplaudo el gran trabajo que hace la Conferencia Episcopal de Brasil para liderar este gran esfuerzo.
En el congreso, usted hablar de «Ética sexual y doctrina moral católica». ¿Qué aspectos pretende abordar?
Principalmente voy a enfocar la verdad antropológica de la familia y la importancia de enseñar sobre esta de manera efectiva. La familia es imprescindible para los seres humanos y es por eso que la Iglesia la protege de mil maneras. Es importante hacer oír nuestras voces en el ambiente internacional para decir que la familia no es un invento de la Iglesia católica, sino que la Iglesia la protege porque es anterior a la sociedad, del Estado y no puede pasar de moda, porque radica en la naturaleza misma del ser humano. También destacaré la importancia de enseñar nuevamente y de forma eficaz las virtudes universales que son fundamentales para el bienestar de las personas, la estabilidad de las familias, y el buen funcionamiento de las sociedades. Éstas han sido obviadas por la cultura del egoísmo y negadas convincentemente por los medios de comunicación. Es urgente volverlos a descubrir, entendiéndolos en su esencia y en su práctica.
¿Cómo es posible afrontar la avalancha de ataques contra la familia y cómo presentar a los jóvenes el valor del sentido de la familia, como santuario de vida?
De eso, precisamente, se trata nuestro trabajo y nuestro apostolado. Tenemos que empezar con los niños, formándolos en las virtudes y su lógica. Es sólo viviendo las virtudes de forma convencida que la persona puede ser feliz, como lo comprobó el neurólogo y psiquiatra famoso Viktor Frankl y otros investigadores recientes. El hombre fue creado para reflejar a Dios su Creador, y tenemos que conducir a los niños y jóvenes a entender esta verdad esencial por métodos modernos y en términos que pueden entender en el día de hoy, tan diferente a otras épocas. El camino es largo, porque la industrialización, la comercialización y las ideologías ateas han deformado la cultura casi completamente. Pensamos que debemos volver al estilo de nuestro Señor Jesucristo, y enseñar por vía de parábolas que los jóvenes pueden entender. Como trabajamos por medio de las escuelas, primarias y secundarias, también estamos llegando a formar a los docentes, maestras y maestros. Éstos acogen con alegría nuestros programas porque les ayuda mucho a tener orden en sus aulas, y a poder enfrentar con éxito muchos problemas de conducta.
¿Qué propuestas concretas de políticas públicas podría sugerir para fortalecer el valor de la maternidad, así como el de la paternidad, en una sociedad en la que ha penetrado la cultura de la antinatalidad?
Naturalmente tenemos que hacer conocer por todos los medios la función indispensable de la madre como formadora y primera maestra. Pero también tenemos que hacer conocer las cifras ya reconocidas que muestran que la ausencia de matrimonio y del padre en el hogar es la gran causa de la pobreza, la delincuencia y todos los males sociales. Esto sería importantísimo para empezar.
Pero al mismo tiempo tenemos que luchar una vez más, como se hizo ante el llamamiento del Papa León XIII hace un siglo (y que fue exitoso en su momento) a que se vuelva a exigir ante los gobiernos, los sindicatos y uniones de trabajadores, los empresarios y la opinión publica, el salario familiar que permitiera a las esposas quedarse en sus casas para poder cuidar, nutrir y formar a sus hijos correctamente. Esto no es volver la mujer a la esclavitud del hogar, como nos han querido convencer las feministas y los anti-familia, sino que le da a la mujer la libertad de escoger formar familia, formando sus hijos para que sean excelentes en todos los aspectos, en vez de obligarla a dejar sus pequeños en cuidados inferiores a los que una madre preparada podría darles.
¿No le da la impresión de que comienzan a organizarse por todas las partes del mundo redes de resistencia y de solidaridad para afrontar las amenazas contra la familia y la vida humana?
Precisamente, el éxito que han tenido estos ideólogos para destruir la familia sólo ha logrado un creciente caos social y una baja natalidad, incompatible con un futuro. Como los hombres y mujeres son inteligentes, se están informando y organizando en todas partes, con convicción y gran entusiasmo. Una organización que crece exponencialmente es el World Congress of Families, WCF, (www.worldcongress.org) una organización internacional que reúne y beneficia a las organizaciones, para informarles y unirlos. Mediante congresos grandes y pequeños y por Internet les ayuda a saber cómo dar marcha atrás a estas tendencias mortíferas. Nuestras organizaciones Alianza Latinoamericana para la Familia (ALAFA) y Alliance for the Family (AFF) forman parte de esta gran alianza de WCF.
La mentalidad vigente, que separa sexualidad de procreación, ha servido para difundir la maternidad como un dato meramente cultural y opresor, del que tiene que liberarse la mujer, deseando un «cuerpo perfecto» como nueva utopía. ¿Considera que hay alternativas a esta visión?
Como sabemos, la ideología feminista no representa a las mujeres. Las feministas originales, hace un siglo, sí, porque defendían a la mujer y entendían que la maternidad es de importancia capital para las sociedades. Hoy día, la ciencia nos comprueba cómo para los bebés la presencia de la madre en los primeros dos años es imprescindible para su formación neurológica y por tanto emocional. En los próximos años veremos un trágico aumento de problemas psicológicos, emocionales y sociales por la obligatoriedad de que la madre salga a ganarse la vida. Veremos también un continuo aumento de la pobreza y de crímenes violentos, debido a la falta de padres en el hogar. Esto es un hecho comprobado científicamente y no puede ser evitado por un discurso ideológico.
¿Cómo pueden crear los grupos pro-vida, en el seno de la Iglesia y de la sociedad, una red de solidaridad para defender a la familia y a la vida humana?
Nos hace falta ser muy valientes, no debemos dejarnos llevar por la corriente y a la vez tenemos el deber de informarnos. Yo temo que en el futuro las sociedades se van a dividir en dos nuevas clases sociales: los que han tenido las ventajas del amor y sostén emocional del padre y la madre, por un lado; y por otro los que sólo han conocido las guarderías, la calle, la televisión violenta y los video-juegos. Esta será la más cruel de las divisiones, porque la estructura cerebral de los sin-hogar será inferior, según nos muestran ahora los más modernos estudios sobre el desarrollo cerebral.
¿Cómo es su trabajo en la Alianza para la Familia? ¿Qué experiencias puede compartir de iniciativas a favor de la familia y de la vida humana?
Nosotros seguimos prestando servicios médicos y sociales, pero nuestro interés ha ido concentrándose cada vez más en dos direcciones. Una es la educación en valores y virtudes, a través de nuestro programa «Aprendiendo a querer» («Alive to the World», en ingles). Este programa, diseñado en América Latina para escuelas de todo tipo, es una forma de enseñar los valores universales, y su aplicación, que son las virtudes. Empieza desde los 6 años hasta los 18, de forma continua, pedagógica y efectiva. Está teniendo mucho éxito y hemos tenido que hacer una versión en inglés y otra para África.
La otra dirección es ayudar y fomentar la unión de las organizaciones. Nuestra Alianza Latinoamericana ya colabora con el Congreso Mundial de Familias, que antes mencioné, y puede informar, ser informada e también influir a nivel mundial. La guerra contra la familia, que es ideológica y tiene su base en el lucro farmacológico, es global, y nuestra respuesta y defensa tiene que ser global, también.
¿Qué sugerencias puede ofrecer para una acción conjunta en defensa de la familia y de la vida humana, especialmente en América Latina, donde crece la presión por la legalización del aborto?
Como he dicho, estamos bajo una agresión internacional que utiliza la desinformación y la corrupción de gobernantes para imponer las leyes que destruyen familias y vidas. Nuestra defensa tiene que ser con información correcta, científica y reciente. Tenemos que unirnos para entender el peligro, impedir el paso de leyes anti-vida y anti-familia, mientras insistimos en la protección de las familias y de la maternidad. Lo fundamental también es educar las nuevas generaciones para que entiendan, y sepan formar, las bases de una sociedad feliz, que es el matrimonio y la familia.
¿Cómo tiene lugar la lucha pro-vida en Venezuela?
Los venezolanos son un pueblo muy pro-vida. Lamentablemente nuestra institución familiar es principalmente matriarcal, lo que ha sido causal de una gran pobreza y mucho desorden social. Esto se está entendiendo poco a poco, creo. Pero en materia de lucha, podría decir que en este momento la atención de todos es tratar de preservar la libertad y no caer en un marxismo a ultranza.
¿Qué considera que debería subrayar la Declaración de Aparecida en Defensa de la Vida, que se presentará en el Congreso?
Pienso que lo más urgente de todo es preparar a los jóvenes y a las parejas para un matrimonio santo y fértil, resaltando tres cosas: el enorme valor de los niños y la importancia de la madre, la madre preparada desde chica a ser madre y maestra, como reflejo de lo que es la Iglesia, por una parte. Y la importancia capital de la paternidad, la presencia activa y amorosa del padre en el hogar, que es el reflejo, a su vez, de Dios Padre, que crea y sostiene, que da la ley y ama sin limites.
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