La Gaceta de los Negocios
Fría mañana en la madrileña plaza de Colón y ambiente festivo y de alegría con un cielo despejado y un sol radiante empieza a calentar a las miles de familias de toda España que van llegando al encuentro Por la Familia Cristiana.
A las once, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Ricardo Blázquez, saluda a la ingente multitud que abarrota Colón y sus alrededores. El cardenal García Gasco, cardenal arzobispo de Valencia es el segundo interviniente de la mañana. En su mensaje hace alusión al bien común que supone la familia para España y a la necesidad de preocuparse por ella y por el matrimonio. En un momento de su intervención hace alusión a la Jornada Mundial de las Familias celebrada en Valencia. Y el gentío responde con un gran aplauso cuando cita al Santo Padre, Benedicto XVI.
Otro purpurado, monseñor Cañizares, toma el relevo. Con voz enérgica y una sonrisa en su rostro pronuncia sus palabras. Palabras llenas de entusiasmo y alegría. La familia es lo mejor que tenemos, dice. La familia es el santuario del amor y de la vida. La Iglesia en España tiene futuro porque apostáis por la familia.
Es el turno de los Blasco, una familia que perdió a su hijo Fernando, de 12 años, en un atentado terrorista en Irlanda en 1998. Un acto que ha marcado sus 27 años de vida matrimonial y la de sus siete hijos. Con voz quebrada y ojos llorosos relatan su estremecedor testimonio de vida.
Los minutos van pasando. Para animar a los asistentes el grupo sevillano Siempre Así toca Se quedó para elevar la temperatura de la audiencia, que acompaña al son de palmas. Se suceden los testimonios. Primero el de Joaquín, un joven que hace cuatro años consumía cocaína y que el próximo 15 de enero se dirigirá a Burundi para levantar el Centro Reina de la Paz para ayudar a los más desfavorecidos.
El turno para los mayores llegó de Luisa y Pedro. Un matrimonio que lleva casado 40 años y que habló de la importancia del amor, el respeto mutuo, la entrega, la dedicación y la presencia de Jesucristo para superar las dificultades que se plantean en la vida matrimonial.
A las doce llega el momento cumbre del acto. Benedicto XVI aparece en las pantallas gigantes instaladas para la ocasión. El aplauso del público es mayúsculo.
Tras el mensaje del santo Padre hablan presidentes y fundadores de diferentes movimientos y realidades eclesiales de la Iglesia. El público está expectante hasta que ve aparecer en las pantallas a la imagen morena de la patrona de Madrid. Nuestra Señora de la Almudena recorre la plaza de Colón hasta llegar al escenario, bailada por sus costaleros. Tras la liturgia de la palabra la homilía de Rouco que centra su mensaje en el apremiante testimonio de las familias, que hacen posible que reine la civilización del amor. Vuestro testimonio ante el mundo y la sociedad contemporánea, ha dicho, no es otro ni debe ser otro que el de que el Amor es posible y que vivirlo en su plenitud, consiste la vocación del hombre y el único criterio de verdad y de vida que puede salvarlo. Ha sido una jornada tranquila donde las familias han salido a la calle para celebrar su fiesta, la fiesta de la Sagrada Familia.
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ZENIT.org
Palabras del Papa al encuentro de las familias en Madrid, al rezar el Ángelus, en el día de la Sagrada Familia, transmitidas en directo por televisión a los participantes en la gran celebración Por la familia cristiana, convocada el 30 de diciembre en Madrid, con la participación de más de dos millones de personas.
En italiano
Queridos hermanos y hermanas:
Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Siguiendo la narración de los Evangelios de Mateo y de Lucas, detenemos la mirada en Jesús, María y José, y adoramos el misterio de un Dios que quiso nacer de una mujer, la Virgen santa, y entrar en este mundo por el camino común a todos los hombres. De este modo, santificó la realidad de la familia, llenándola con la gracia divina y revelando plenamente su vocación y misión.
El Concilio Vaticano II prestó gran atención a la familia. Los cónyuges, afirma, son entre sí y sus hijos testigos de la fe y del amor de Cristo (Cf. Lumen gentium, 35). La familia cristiana participa de este modo en la vocación profética de la Iglesia: con su manera de vivir proclama muy alto tanto las presentes virtudes del Reino de Dios como la esperanza de la vida bienaventurada (ibídem).
Como repitió después sin cansarse mi venerado predecesor, Juan Pablo II, el bien de la persona y de la sociedad está íntimamente ligado a la buena salud de la familia (Cf. Gaudium et spes, 47). Por este motivo, son palabras del Concilio, la Iglesia está comprometida en la defensa y promoción de la intrínseca dignidad del estado matrimonial y el valor eximio del matrimonio y de la familia (ibídem). Con esta finalidad se está celebrando precisamente hoy una importante iniciativa en Madrid. A sus participantes me dirijo ahora en español.
En español
Saludo a los participantes en el encuentro de las familias que se está llevando a cabo en este domingo en Madrid, así como a los señores cardenales, obispos y sacerdotes que los acompañan.
Al contemplar el misterio del Hijo de Dios que vino al mundo rodeado del afecto de María y de José, invito a las familias cristianas a experimentar la presencia amorosa del Señor en sus vidas. Asimismo, les aliento a que, inspirándose en el amor de Cristo por los hombres, den testimonio ante el mundo de la belleza del amor humano, del matrimonio y la familia. Ésta, fundada en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, constituye el ámbito privilegiado en el que la vida humana es acogida y protegida, desde su inicio hasta su fin natural.
Por eso, los padres tienen el derecho y la obligación fundamental de educar a sus hijos, en la fe y en los valores que dignifican la existencia humana. Vale la pena trabajar por la familia y el matrimonio porque vale la pena trabajar por el ser humano, el ser más precioso creado por Dios.
Me dirijo de modo especial a los niños, para que quieran y recen por sus padres y hermanos; a los jóvenes, para que estimulados por el amor de sus padres, sigan con generosidad su propia vocación matrimonial, sacerdotal o religiosa; a los ancianos y enfermos, para que encuentren la ayuda y comprensión necesarias. Y vosotros, queridos esposos, contad siempre con la gracia de Dios, para que vuestro amor sea cada vez más fecundo y fiel. En las manos de María, que con su sí abrió la puerta de nuestro mundo a Dios (encíclica Spe Salvi, 49), pongo los frutos de esta celebración. Muchas gracias y felices fiestas.
En italiano
Nos dirigimos ahora a la Virgen santa, rezando por el bien de la familia y por todas las familias del mundo.
Al final del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español dijo:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que se han unido a la oración mariana del Ángelus. En esta Fiesta de la Sagrada Familia, invito a todos a imitar la entrañable convivencia, llena de amor y respeto, que caracteriza el hogar de Nazaret donde creció Jesús, y que es fuente de gozo, esperanza y paz para toda la humanidad. Feliz domingo.
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