«El Papa polaco destacaba continuamente la influencia del Evangelio en la historia de nuestro continente», afirmó quien le acompañó durante casi cuarenta años
La Universitat Abat Oliba CEU de Barcelona invistió ayer como doctores honoris causa al cardenal arzobispo de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, y al periodista estadounidense George Weigel, «dos personas que se han distinguido por su servicio a la Iglesia y a la sociedad», en palabras del rector de la institución, Josep María Alsina.
La intervención del que fuera el secretario de Juan Pablo II fue seguida por varios centenares de personas que llenaban el salón de actos de la Universidad. Dziwisz centró su discurso en la idea de una Europa unida, que para los creyentes no se centra sólo «en la responsabilidad recíproca, en la solidaridad y en el respeto mutuo», sino que es «más compleja», pues, de acuerdo a la propuesta de Juan Pablo II, también debe recoger «la herencia de la tradición espiritual» del Viejo Continente. «El Papa polaco destacaba continuamente la influencia del Evangelio en la historia de nuestro continente», afirmó quien le acompañó durante casi cuarenta años.
El cardenal de Cracovia señaló también que Benedicto XVI ha retomado este empeño eclesial por conseguir una Europa unida, pero siempre desde la defensa de las raíces cristianas que la fundamentan. En este sentido recordó una frase del actual Pontífice: «No se puede construir la casa común europea sin reconocer la identidad de sus miembros». Además señaló que «si la UE quiere fomentar los valores comunes tiene que aceptar la naturaleza del hombre, que es la fuente de las leyes comunes para toda la humanidad».
En la base de estos valores comunes, el cardenal indicó cómo Benedicto XVI ha recordado a los católicos que participan en la vida pública que existen tres cuestiones «no negociables: la protección de la vida en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte; el reconocimiento del modelo natural de la familia, que es una relación entre un hombre y una mujer bendecida por la Iglesia, y la defensa de éste ante los intentos de igualarlo en la ley con otro tipo de relaciones que lo hacen inestable; y, la protección de los derechos de los padres a la educación de sus propios hijos». Unas cuestiones que «no son solamente principios de la fe, aunque encontramos su confirmación en ella, sino que están inscritos en la naturaleza del hombre, por lo que son comunes para toda la humanidad».
Aunque el cardenal se expresó siempre en clave europea y no hizo ninguna referencia explícita a la situación política en España, sus palabras tienen una clara concreción en nuestro país. «Si consideramos la educación como el deber del Estado y aceptamos las restricciones de los sistemas educativos europeos que se limitan solamente a pasar el conocimiento y afirma el derecho a una falsa libertad sin valores que nos puedan poner restricciones, seremos corresponsables de los conflictos y crisis en los que vivirán nuestros hijos», destacó. Una expresión coincidente con la crítica que el Episcopado español hace a la imposición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía.
Stanislaw Dziwisz finalizó su intervención con unas palabras de Juan Pablo II: «Europa, ¡no tengas miedo! El Evangelio no está en tu contra, está de tu parte».
El acto, que estuvo presidido por el gran canciller de la universidad, Alfredo Dagnino, contó con la presencia del cardenal emérito de Barcelona, Ricardo Mª Carles, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Toledo, cardenal Antonio Cañizares y el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol. Entre las autoridades políticas destacó Jorge Fernández Díaz, secretario del Grupo Popular en el Congreso.
La sombra del Pontífice
El cardenal Dziwisz hizo gala de su particular sentido del humor en el breve encuentro que mantuvo con la Prensa. Cuando fue preguntado por las dificultades de haber sido secretario de Juan Pablo II durante casi cuarenta años contestó sonriente: «Era el Santo Padre quien me tuvo que aguantar a mi. Demostró una gran virtud soportando al mismo secretario tanto tiempo». Ya en un plano más serio destacó el gran aprecio que sentía el Pontífice hacia España, y su agradecimiento a la «labor evangelizadora en países tan lejanos». «Donde hubo españoles, quedan iglesias», añadió.
También habló sobre la posibilidad de que Juan Pablo II sea beatificado en breve, y el cardenal quiso recordar que en los procesos de canonización «es muy importante la sensibilidad de la gente, y en este caso se mostró con mucha fuerza ya desde el mismo funeral». Destacó además que el anterior Pontífice consideraba el atentado que sufrió «como una gracia que la Iglesia necesitaba de él». «Con esta actitud es como resolvía los momentos difíciles de su Pontificado, arrodillado en la capilla», explicó.