Quien renuncia a un niño con Síndrome de Down renunciará también a conocer una ternura sin precio, el valor justo de la vida, a saber lo que es el amor, la confianza sincera y los sentimientos sin límites
Hay muchas maneras de aprender a cuidar y querer a un bebé con síndrome de Down. La más novedosa y original es Baby Down, una muñeca creada y comercializada por dos empresas de juguetes alicantinas (Super Juguetes y Juguetes Ferre), parte de cuyo precio de compra irá destinado a la ONG Down España.
Pero más allá de este donativo, Baby Down es la primera muñeca con los característicos rasgos de un afectado por el síndrome de Down. La niña (o el niño) que juegue con ella podrá enseñarle cosas, como el maravilloso mundo de los sentidos y las sensaciones, afirman sus creadores. Porque el mecanismo de Baby Down está pensado para que diferencie olores, sabores en el dedo o su chupete, tiene la posibilidad de descubrir de dónde vienen los sonidos procedentes de su sonajero o experimentar el tacto de distintas texturas y superficies.
En la presentación del juguete que realizó la asociación Aspanido, de Jerez, su presidenta Juana Zarzuela señaló que el objetivo es que niños y niñas se solidaricen desde pequeños con las personas con Síndrome de Down y que les sean familiares desde la infancia, y dijo que quien renuncia a un niño con Síndrome de Down renunciará también a conocer una ternura sin precio, el valor justo de la vida, a saber lo que es el amor, la confianza sincera y los sentimientos sin límites. Zarzuela anunció que el juguete trae indicaciones similares a las que hay que seguir cuando llega a la familia un bebé con síndrome de Down.
Las empresas jugueteras alicantinas se muestran encantadas de participar en este proyecto en favor de la calidad de vida de estas personas, de forma que desde la solidaridad tratan de luchar por la igualdad y el respeto a la diversidad, en una sociedad abierta y plural que se enriquece y nutre con esa misma característica.
Los padres arriesgan la vida de sus fetos para saber si tienen síndrome de Down, y deshacerse de ellos; sus hijas, mientras, los acunan, les hablan al oído, y los miman, aunque no sientan las caricias porque su piel es de plástico.
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