El auténtico mal de las familias ahora es que hay una campaña para hacernos creer que la familia no está enferma, sino solamente que se está modernizando
El Mundo - Castellón
No me importa escribir sobre la familia coincidiendo con la presentación de mi libro Desafío a la familia, que tuvo lugar ayer en la plaza Santa Clara. Y no me importa porque, siendo la familia la institución más valorada por todos en cualquier tipo de encuesta, se merece el mejor y continuo tratamiento en los medios. Es lo que más nos interesa a todos, de verdad, ocupe o no la apertura de informativos televisivos o radiofónicos, primeras páginas en periódicos o titulares destacados en internet.
La familia ha sufrido, y sufrirá en el futuro. Pero ha demostrado que ninguna tempestad puede con ella. Hoy en día, sufre no pocos envites, pero el optimismo ante la pervivencia de esta institución invita al optimismo: saldrá airosa. El deseo es que el túnel por el que atraviesa ahora, en España y en nuestro entorno, dure lo menos posible, porque ahora mismo navega a la deriva.
La familia está enferma. Incluso puede hablarse de pandemia. Si alguien puede poner en duda esta consideración, que defienda ante los micrófonos que le parecen un logro social los 95.000 abortos legales o los 150.000 divorcios contabilizados en España en 2006, o una ínfima tasa de natalidad de 1,3 a la cola mundial-, o el pánico de muchos a contraer matrimonio por la inseguridad que se fomenta, o que seamos el país del mundo con mayor tasa de embarazos en menores de edad la niña embarazada en León con 11 años ha alarmado socialmente-, o el olvido que sufren muchos abuelos, o la legalización de la unión de homosexuales como matrimonio somos tan originales en España que prácticamente nadie nos ha seguido en ese nuevo derecho-, o los desajustes emocionales y psíquicos que sufren cientos de miles de españoles por una situación familiar a la deriva.
Deliberadamente he escrito el párrafo anterior muy extensamente. Sin el fin de recordar desgracias, el auténtico mal de las familias ahora es que hay una campaña para hacernos creer que la familia no está enferma, sino solamente que se está modernizando. Líderes culturales y políticos desean contentar con facilonería a los ciudadanos, y de paso consiguen mayor manipulación bajo el lema del todo vale.
Modernizar no es intentar desfigurar la familia ni experimentar superficialmente en semejante aventura humana, que tanto tiene que ver con la felicidad. Modernizar es asumir los cambios sociales, integrarlos con respuestas actuales en el contexto familiar y asimilar avances reales. Avances reales son la dimensión laboral de la mujer pendiente de muchas mejoras- y reclamar a los varones que se preocupen más del hogar. Mi libro pretende desenmascarar, alertar y seguir ayudando a las familias a reponerse de la enfermedad.