En España y los países más desarrollados se insiste en el sexo seguro, que es una publicidad nada gratuita a empresas de anticonceptivos, fomentada por ciertos gobiernos irresponsables y con el cacareo orquestado de algunos intelectuales
El Mundo - Castellón
La frivolidad, el hedonismo y los intereses económicos generan más tragedias humanas que muchas guerras. Con el SIDA, al menos, sucede, pero seguimos mirando hacia otro lado, y desde luego ignorando el Tercer Mundo, donde esta enfermedad diezma la población.
Hace unos días, un empresario de La Plana viajó a Sudáfrica. No era la primera vez. Los empresarios buscan materias primas en otros continentes, ya desde hace años, para poder competir: lo autóctono y lo global se han de complementar, y pobre del empresario que se niegue a esa evidencia. Pues bien: ese empresario me comentó que cada año mueren en Sudáfrica 300.000 personas a causa del SIDA. No falta ningún cero ni sobra: es la cifra que me dio. No hay que otorgarle el carácter de oficial a esa cifra, pero regresaba de ese país alarmado ante ese dato. Adultos, y muchos niños que nacen ya contagiados, mueren en ese país, y en tantos otros, ante el olvido, la superficialidad y un conjunto de causas que casi producen dolor de estómago.
Hace poco, por el contrario, me llegó el dato de que en Uganda se ha reducido muy considerablemente el SIDA a base del fomento educativo y cultural de la abstinencia, de la responsabilidad sexual. Responsabilidad es abstinencia. En muy pocos años, ha sido un éxito.
Pese a los datos de Uganda y de Sudáfrica, en sentido contrario, en España y los países más desarrollados se insiste en el sexo seguro, que es una publicidad nada gratuita a empresas de anticonceptivos, fomentada por ciertos gobiernos irresponsables y con el cacareo orquestado de algunos intelectuales. Se siguen difundiendo, con formas renovadas, las teorías de Freud y de Marcuse, para quienes el sexo casi suplantaba a la razón y a la voluntad, explicaba casi todo en la vida y el llamamiento a una liberación sexual irrefrenable era la solución. ¿A quién interesa difundir estas ideas ahora? Otro día expondré mi opinión.
Al leer abstinencia sexual, habrá alguna sonrisa o desdén, disfrazándola de modernidad. Seamos rigurosos: vayamos a los datos. En países como Panamá y Estados Unidos, se ha empezado a promover la educación sexual basada en la abstinencia. La Universidad de Harvard ha recogido datos de que un 30% de las escuelas están aumentando sus programas basados en la abstinencia hasta el matrimonio.
A los jóvenes hay que hablarles de pensar en su futuro y en el de África, que no es no al sexo, sino libertad de la presión sexual, libertad de los embarazos, libertad de las enfermedades y libertad emocional ante la promiscuidad sexual. Los jóvenes son víctima de los complejos y crueldad de los adultos: ¡responsabilidad y rigor científico!