Los principales responsables de la educación son los padres, luego los profesores y, en tercer lugar, los propios alumnos: solos o asociados, tienen muchas posibilidades para elevar la calidad de la educación
El Mundo - Castellón
El conseller de Educación, Alejandro Font de Mora, es una apuesta sólida para afrontar las graves deficiencias educativas. Tiene experiencia política, gran bagaje cultural y una reconocida sinceridad para reconocer ante la opinión pública los problemas que tiene hoy en día la educación. Y es médico. No son problemas que tiene sobre la mesa, porque es de las Consellerías que han de estar más en contacto con la realidad.
Para superar la innegable crisis en la educación de nuestros jóvenes, se observan varias dificultades de entidad, porque no bastan las ganas y dedicación del conseller. Las grandes soluciones a los problemas sociales no son de índole política, sino de la propia sociedad.
En España no estoy seguro de que la sociedad esté sensibilizada para acometer su innegable responsabilidad en la educación, pues convertirla en arma política arrojadiza o mérito de una sola persona o partido político es probablemente cavar su sepultura de antemano. Los principales responsables de la educación son los padres, luego los profesores y, en tercer lugar, los propios alumnos: solos o asociados, tienen muchas posibilidades para elevar la calidad de la educación. El mérito del poder político, nada desdeñable, es permitir y facilitar ese protagonismo educativo.
Por eso, el nuevo Decreto de Derechos y Deberes de Padres, Alumnos y Profesores, que está elaborando la Consellería y prevé su aprobación para diciembre, y que pretende reforzar la autoridad del docente, podría llevar un título más apropiado: casualmente, a los últimos que se menciona es a los Profesores, y sería mejor que el orden fuera Padres, Profesores y Alumnos. A veces el orden y las palabras sí representan inercias o ideas.
También los medios de comunicación tenemos un papel cualificado, precisamente por la fuerza de la sociedad de la comunicación: hemos de asumir nuestro reto, y la Consellería podría plantearse cómo implicar más a los medios de comunicación, debatiendo con ellos cuestiones clave, a veces simplificados u orillados en los medios de comunicación. No podemos limitarnos a dar la preocupante cifra del fracaso escolar o las dificultades de integración escolar de los jóvenes inmigrantes.
Los problemas educativos no son de hoy ni exclusivamente de la Comunidad Valenciana. Pero no es excusa, y urge reconocer la crisis, casi en forma de naufragio, que se manifiesta en la violencia escolar, el fracaso académico, la inexperiencia en integrar a los inmigrantes, el elevado número de bajas laborales entre el profesorado a causa de la tensión que soporta.
El Gobierno de Zapatero ha anunciado una medida que aumenta el riesgo de naufragio: permitir pasar de curso con cuatro suspensos. Todo un monumento al esfuerzo, a la motivación de profesores y alumnos, para maquillar el fracaso escolar, bajando la cifra con fines electorales. A Zapatero no le interesa una cultura de ahondar en las raíces de los problemas, porque él forma parte de quienes difunden una filosofía sectaria y demagógica. A su política de inmigración irresponsable, se ha seguido un cúmulo de problemas en la sanidad y en la educación.
Hay que revisar las bases filosóficas educativas, ha dicho Font de Mora. Y es innegable que mira a Sarkozy, cuando ha resaltado la muerte de Mayo del 68 y las funestas consecuencias del igualitarismo a base de mínimos, no de motivación, estímulo y esfuerzo. Mayo del 68 se nutrió de Rousseau, de vestigios marxistas y un permisivismo sexual, que sigue dañando la estructura educativa.
Tratar a los ciudadanos como pigmeos o incapaces de impulsar modelos educativos plurales es un totalitarismo que todavía esgrimen ciertos políticos en España, los mismos que se empeñan en adoctrinar con la asignatura Educación para la Ciudadanía, que es inaceptable y ante la que no es posible mantener una postura pasiva ni acomodaticia. Un ejemplo que puede dar pistas a algún lector: José-Antonio Marina, uno de los cerebros de un manual de esa asignatura, se sigue destapando en estos días, tras años de presentarse con unos principios éticos bastante razonables, y se permite critircar el libro de Benedicto XVI Jesús de Nazareth, frente a la amplia y calurosa acogida en todo el mundo. Simplemente, Marina reacciona como quien siente que se le arrebata la facultad de formar las conciencias.
André Glucksman es un pensador independiente, de gran interés, que se puso al frente de las ideas de Sarkozy, frente al confusionismo y contradicción del programa socialista francés. Glucksman denuncia la pervivencia del marxismo y del permisivismo, que lleva a los partidos de izquierda a una doble moral en los diversos problemas de nuestro mundo: la pena capital en Estados Unidos es criticada pero silenciada la más ampliamente aplicada en China, la violencia actual de Rusia en Chechenia no sabe casi de críticas por parte de la izquierda, la intolerancia religiosa de los países musulmanes hacia el Cristianismo no les preocupa. Sólo son ejemplos.
Tal vez el peor enemigo para la educación sea negar la hondura de sus deficiencias y alentar la indiferencia. Al menos Font de Mora es valiente
y médico.