Muchos miles de personas, inmigrantes de los cinco continentes, viven a nuestro lado en condiciones infrahumanas, indignas, y lo sabemos. Lo sabemos y lo ignoramos en la práctica. ¿No podemos hacer algo más, un poco más?
El Mundo, Castellón
Hace justo una semana, a las puertas de la Subdelegación del Gobierno en Castellón, un rumano se quemó a lo bonzo, delante de su mujer y sus dos hijos
Las imágenes han dado la vuelta al mundo, como era de prever, y han sido destacadas en todos los medios de comunicación. Tienen los ingredientes que, cada vez con mayor fuerza, requieren los medios o -incluso en tanta o mayor medida- los telespectadores o lectores. No sé quién lo pide más, sinceramente, ante la acumulación informativa y la avalancha de noticias de muy diverso interés. ¿Qué predomina? Tal vez impactar y cautivar, impresionar.
Mi temor es que lo protagonizado por ese ciudadano rumano, que llevaba con su familia unos meses en Castellón, pase como algo trágico, llamativo y poco más. Muchos han caído en la cuenta: muchos miles de personas, inmigrantes de los cinco continentes, viven a nuestro lado en condiciones infrahumanas, indignas, y lo sabemos. Lo sabemos y lo ignoramos en la práctica. ¿No podemos hacer algo más, un poco más?
Si se analiza desde el punto de vista político, se acude a la regularización masiva de Zapatero, que fue una imprudencia y, sin lugar a dudas, produjo un efecto llamada, porque desde esa regularización ha ido en aumento en nuestro país el número de inmigrantes. España se presentaba como un país en excelentes circunstancias económicas y de empleo, y el Gobierno quería jugar la baza del papeles para todos, con una demagogia que hizo y hace temblar.
No debemos quedarnos en análisis políticos, o en ataques que ahora se están produciendo entre diferentes instituciones o partidos políticos en la provincia de Castellón. Es un problema humano, real, de unas proporciones que aumentarán en breve, ante la innegable crisis económica y laboral incipiente, que hemos de lograr controlar entre todos. El problema de los inmigrantes va a ir en aumento, y no sirve decir -lo cual es cierto- que son también una solución y una ayuda.
La inmigración irresponsable nos ha conducido a esto, pero debemos arreglarlo. Los Ayuntamientos de la provincia, la Consellería de Inmigración -con un conseller tan imaginativo y práctico como es Rafael Blasco-, las diversas instituciones, los propios medios de comunicación, debemos prepararnos y afrontar el problema real, que es de unas dimensiones considerables.
El sufrimiento de ese ciudadano rumano y el de su familia son el reflejo de un sufrimiento de miles de personas. Sigue grave en el Hospital La Fe de Valencia, pero parece estar pidiéndonos soluciones para que nadie más llegue a ese grado de desesperación. Él ha sufrido las mafias, los engaños, la explotación laboral: indudablemente, se cebaron en una persona agobiada en Rumanía y deseaba sacar adelante a su familia. Pero ha venido aquí, se le ha engañado aquí, se han aprovechado de él ciertas personas. No cerremos los ojos. Hay culpables, y probablemente lo somos todos si nos quedamos en la impresión efímera de cómo se quema un padre de mediana edad ante su familia.