Ahora importa mucho difundir la idea de que la Iglesia "se opone a que se enseñen los valores constitucionales"
Gaceta de los Negocios
Rodríguez Zapatero ha manifestado en el Congreso de las Juventudes Socialistas que "ninguna fe puede oponerse a la ley" y que "España es un Estado aconfesional". Los muchachos le aplaudieron mucho y el nuevo secretario general de la JSE, Sergio Gutiérrez, dio por bien aprendida la lección al decir que "una jerarquía eclesiástica que se opone a que se enseñen los valores constitucionales no se merece que la sociedad contribuya a su financiación".
La cosa no tendría mayor importancia si nuestro nivel cultural superase una media razonable, pero el caso es que nuestro presidente da por supuesto que el analfabetismo es general y adoctrina a quien se deja con los disparates habituales. Pues bien, no. La tontería no debe llegar más allá.
En este caso, la entrada del elefante en la cacharrería no ha sido provocada tanto por el contenido de las manifestaciones de Rodríguez Zapatero como por el simple hecho de formularlas. ¿A qué viene este lenguaje? ¿A qué viene esta contraposición entre fe y ley? Nadie habla de tal cosa. Es un discurso tan superado por la historia que da vergüenza formularlo. Los intereses que defiende la jerarquía católica van por otros derroteros, compartidos o no por la ciudadanía. No persigue la iglesia la "confesionalidad" de España, como recordó ayer el arzobispo Blázquez. Y pudo añadir aquello de "no es mi reino de este mundo".
Lo saben hasta los niños. Pese a ello, Zapatero provocó torticeramente la animosidad entre lo religioso y lo civil, y su discípulo aventajado, Gutiérrez, dijo lo que dijo para hacer un alarde de su nivel de conocimientos. Veinticuatro horas más tarde, la vicepresidenta del Gobierno no consiguió quitarle hierro al asunto; ni lo pretendió. El mal ambiente que existe entre la Iglesia y el Gobierno es intencionado y se prolongará durante el tiempo que Zapatero considere oportuno para sus intereses electorales. Ahora importa mucho difundir la idea de que la Iglesia "se opone a que se enseñen los valores constitucionales", como dice el chaval más votado. No el más dotado.
La asignatura de educación para la ciudadanía se olvidará también cuando convenga.