En un encuentro con profesores de universidades europeas, el Papa ha mostrado su deseo de que "la cooperación entre las diversas comunidades académicas permitirá a las universidades católicas atestiguar el histórico y fructuoso encuentro entre fe y razón"
Benedicto XVI recibió el pasado día 23 en el Vaticano a los participantes en el encuentro de profesores y rectores de las Universidades Europeas, reunidos con motivo del 50 aniversario de la firma del Tratado de Roma.
"El tema de vuestra reunión Un Nuevo Humanismo para Europa. El Papel de las Universidades, invita a una concienzuda evaluación de la cultura contemporánea en el continente", que "en este momento experimenta una cierta inestabilidad social y desconfianza en sus valores tradicionales, si bien su brillante historia y sus instituciones académicas puedan contribuir en gran manera a forjar un futuro esperanzador".
"La promoción de un nuevo humanismo -prosiguió- requiere una clara comprensión de lo que esta novedad comporta. (...) Europa está experimentando un relevante cambio cultural" y sus habitantes son "cada vez más conscientes de estar llamados a ser parte activa en la formación de su historia".
A este respecto, el Santo Padre recordó que "históricamente el humanismo se desarrolló en Europa gracias a la interacción fructuosa entre las diversas culturas de sus pueblos y la fe cristiana".
Este cambio cultural, explicó Benedicto XVI, se considera a menudo como "un desafío" a la cultura de la universidad y al cristianismo en sí mismo, más que como "un horizonte" para el que se pueden y deber encontrar soluciones creativas".
Para hallar estas soluciones, dijo el Papa, es necesario que los responsables de la educación superior afronten tres cuestiones, empezando por "un estudio comprensivo de la crisis de la modernidad" y de "los problemas planteados por "un humanismo" que quiere construir un "regnum hominis" separado de su necesaria base ontológica. (...) El antropocentrismo que caracteriza la modernidad nunca puede separarse de un reconocimiento de la verdad plena sobre el ser humano, que incluye su vocación trascendente".
El segundo tema es "la ampliación de nuestro concepto de racionalidad", que debe extenderse para explorar y abrazar aquellos aspectos de la realidad que van más allá de lo puramente empírico".
A este propósito, el Papa recordó que "el desarrollo de las universidades europeas fue facilitado por la convicción de que fe y razón se aúnan en la búsqueda de la verdad, respetando cada una su naturaleza y autonomía legítimas y trabajando al mismo tiempo de forma armoniosa y creativa en favor de la realización del ser humano".
La tercera cuestión es "la naturaleza de la contribución del cristianismo al humanismo del futuro. La cuestión del ser humano, y por ende de la modernidad, supone un reto para la Iglesia que debe lograr formas eficaces de proclamar a la cultura contemporánea "el realismo" de su fe en la obra salvífica de Cristo. El cristianismo no debe ser relegado al mundo del mito y la emoción, sino respetado por su intento de arrojar luz sobre la verdad del ser humano".
"Espero -concluyó el Papa- que las universidades sean cada vez más comunidades dedicadas a la búsqueda incansable de la verdad, "laboratorios de cultura" donde los profesores y estudiantes se unen para investigar temas capitales para la sociedad, utilizando métodos interdisciplinarios y avalándose de la colaboración de los teólogos".
"Sería muy fácil en Europa, considerando la presencia de tantas instituciones católicas prestigiosas y de facultades de teología. Estoy convencido de que la cooperación (...) entre las diversas comunidades académicas permitirá a las universidades católicas atestiguar el histórico y fructuoso encuentro entre fe y razón".