En la actualidad, tristemente, se está recurriendo en este tipo de investigación a embriones humanos con toda la salvajada que eso supone
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Hace unos días ha saltado en algún medio de comunicación la noticia de la autorización en el Reino Unido de la creación de embriones híbridos de hombre y animal. Así, a simple vista, resulta una bomba que hace añicos los más elementales fundamentos de la Bioética. Pero hay que analizarlo con serenidad. Lo primero de todo es saber qué es exactamente lo que ha aprobado el gobierno británico. Como en todo habrá que leer la letra pequeña ya que puede ser la puerta para que en el futuro haya abusos indefendibles. Pero si es como dice la noticia
el título no se ajusta a la realidad.
No obstante, hagamos ahora una valoración prudente, al menos de momento, por si fuera cierto lo que se dice en una de las cuestiones aprobadas. Veamos. Se trata de generar embriones híbridos entre material genético humano y animal pero prohibiéndose la fusión entre esperma y óvulos de distintas especies. ¿De qué embriones híbridos se trata? Dicen que se trata de introducir material genético humano en óvulos de animales a los que se les ha vaciado el núcleo. Pues si se les ha vaciado el núcleo no son óvulos y no hibridismo genético. Si a una célula sea un óvulo u ovocito u otra se le extrae el núcleo
ya no es célula. Se trata entonces de orgánulos muy grandes en comparación con la célula normal y, sobre todo, con abundancia de vitelo nutritivo y, en definitiva, como una despensa alimenticia natural animal.
Según dicen los científicos es una manera de paliar la ausencia de óvulos humanos para la experimentación sobre enfermedades como el Parkinson, Alzheimer y otras disfunciones neuróticas motoras. En principio, parece que es mejor esto que no óvulos humanos para cuya obtención se recurre a administrar hormonas a mujeres y posteriores manipulaciones. Se trata de conseguir células madre no embrionarias para la investigación.
Si está bien éticamente cultivar en el laboratorio, en medios adecuados, células humanas; por ejemplo, para tener abastecido de piel un hospital de quemados, no parece que sea éticamente malo que el medio nutriente elegido para el cultivo lo aporte un orgánulo que fue óvulo de un mamífero, hembra evidentemente. Así, aseguran, se investigará la enfermedad de Parkinson: se tomará material genético de una persona que padezca esa enfermedad y se introducirá en un ovulo vaciado ya dijimos que entonces deja de ser óvulo para ser sólo almacén de alimentos. El fin, parece ser, es crear así células madre y ser éstas, en realidad, injertadas en el lugar adecuado.
Recordemos lo que se entiende por tejido: es la agregación de células con la misma especialización, unida a la realización de una función particular. Por ejemplo, el tejido del sistema nervioso, o la piel, o la médula ósea, etc. En este caso no se puede habla con rigor de trasplante sino de injerto. Entonces, ¿qué trae de novedoso este posible experimento? Conseguir, a partir del núcleo de células diferenciadas humanas, de la piel por ejemplo, células madre no embrionarias y, por tanto, con capacidad de totipotencial. Si esto es así es un avance científico y, lógicamente, ético ya que si no es ético tiene de avance sólo el nombre.
En la actualidad, tristemente, se está recurriendo en este tipo de investigación a embriones humanos con toda la salvajada que eso supone. Como ha puesto una vez más de relieve la investigación, el recurso a las células madre de origen embrionario humanas tiene tal capacidad de producir cualquier tipo de tejidos y en tal cantidad que son incontrolables e imposibles de utilizar en medicina clínica. Su pluripontencialidad es desbordante y da origen a tumores precisamente por ello. En cambio, las células madre adultas tienen capacidad regeneradora limitada a ciertos tejidos y en numerosos organismos; además, por ser del propio individuo carece de reacción inmunológica. Así se ha demostrado que pueden regenerar lesiones neurales con células hematopoyéticas, éstas a su vez puede regenerar tejido hepático; que células madre obtenidas del tejido epidérmico regeneran el neural y células madre obtenidas por cultivo de células neurales regeneran al tejido cardíaco.
Como se ve, es más limitado pero se van haciendo avances clínicos acerca del valor de las células madre adultas. Si lo que han aprobado en el Reino Unido es una investigación dirigida a conseguir mediante la ayuda de orgánulos ricos en nutrientes células madre no embrionarias, se estará asestando un duro golpe a los engaños de las clínicas abortivas donde, so capa de investigaciones a favor de curar enfermedades lastimosas, quieren dar salida en realidad al banco de embriones sobrantes de la fecundación in vitro y seguir el negocio.
La prudencia, no obstante, nos anima a esperar. Hay que esperar a leer la letra pequeña. Recuerden que muchos pleitos se pierden por no fijarse en ella. Si tras esta aprobación hay intereses oscuros esperemos pronto descubrirlos, pero si fuera como afirman sería un logro. Recuerden que tras el intento de aprobar una ley de eutanasia en Inglaterra el comité visitó antes Holanda, país que ya lo había hecho antes, y el asunto fue desestimado.
Pedro Beteta López, Doctor en Bioquímica y en Teológía