Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Tengo delante de mis ojos su figura, fuerte y serena, en la logia de la Basílica de San Pedro, cuando por primera vez dio la Bendición Urbi et Orbi, confiándose a la protección de la Virgen y al amor de aquellos de quienes en todo el mundo tenía que cuidar como pastor y guía. Nunca he olvidado Su profético aliciente: “¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!”. De este modo el Santo Padre Benedicto XVI ha recordado a Su Predecesor, Juan Pablo II, en el mensaje televisivo transmitido por la Televisión Polaca con ocasión de la “Jornada del Papa”, que desde hace seis años se celebra en Polonia en el aniversario del 16 de octubre, día de la elección al Pontificado de Karol Wojtyla, Papa Juan Pablo II.
“Agradezco a Dios por su vida gastada en el amor de Cristo y de los hombres -prosiguió el Papa Benedicto XVI-, que ha enriquecido los acontecimientos de toda la humanidad con la gracia del Espíritu Santo, con una actitud de fraternidad y de paz. En fin, agradezco a Dios por el testimonio de su sufrimiento unido a la tribulación de Cristo hasta la muerte -testimonio, que nos da la fuerza para vivir y nos consolida en la esperanza de la eternidad”.
El Santo Padre destacó el gran de amor de Juan Pablo II por la Iglesia en Polonia: “La amaba como madre que Le había dado la vida en la fe y Lo había hecho crecer en el amor de Cristo y de los hermanos. Pero la amaba también como comunidad siempre unida en torno a los Pastores, expuesta en el pasado al sufrimiento de diversas persecuciones, pero siempre fiel a los valores evangélicos”. Cuando finalmente Polonia recuperó la libertad no dejo de comprometerse “para que sus connacionales aprendieran a vivir la libertad de los hijos de Dios y no de los hijos de este mundo, y para que conservaran la fe”. El Papa Benedicto XVI agradeció a los polacos “por el testimonio de la fe viva” dado en ocasión de su viaje apostólico y confió a su apoyo espiritual su servicio por la Iglesia y por el mundo. El Mensaje se concluye con esta exhortación: “La memoria de Juan Pablo II, el estudio de su obra y de su enseñanza, os acerquen a Cristo. Sean el nudo de la unidad en la común premura por el futuro de la Iglesia y de la nación”. (S.L.)