Más de 350 expertos, entre obispos, religiosos, filósofos, genetistas, neonatólogos y embriólogos se han reunido, por iniciativa de la Academia Pontificia para la Vida, para hablar del embrión. La conclusión a la que han llegado certifica la tesis siempre sostenida por la Iglesia: el embrión es persona desde el momento de su concepción
El embrión humano, incluso antes de su implantación, es un ser humano. Ésta ha sido la conclusión a la que llegó el Congreso que, del 27 al 28 de febrero...
Más de 350 expertos, entre obispos, religiosos, filósofos, genetistas, neonatólogos y embriólogos se han reunido, por iniciativa de la Academia Pontificia para la Vida, para hablar del embrión. La conclusión a la que han llegado certifica la tesis siempre sostenida por la Iglesia: el embrión es persona desde el momento de su concepción
El embrión humano, incluso antes de su implantación, es un ser humano. Ésta ha sido la conclusión a la que llegó el Congreso que, del 27 al 28 de febrero pasado, reunió en el Vaticano a más de 350 participantes, entre obispos, religiosos, filósofos, genetistas, neonatólogos y embriólogos, por iniciativa de la Academia Pontificia para la Vida.
En la apertura del encuentro, el cardenal Javier Lozano Barragán, Presidente del Consejo Pontificio para la Salud, constató que «la cultura de la muerte (entendida principalmente como incapacidad para reconocer y acoger la vida) encuentra en este sujeto, el embrión, su diana ideal». Y afirmó: «Cualificado genéticamente, disgregado con fines terapéuticos, congelado y manipulado, incluso en su identidad semántica (pre-embrión), este pequeño merece toda nuestra atención». Por su parte, los científicos analizaron el proceso de fecundación. Éste resulta ser mucho más que su suma: gametos destinados a vivir pocas horas originan una novedad orgánica que podrá sobrevivir durante años: el hombre.
Roberto Colombo, profesor de embriología humana en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán, reconoció que «es imposible determinar el momento preciso del inicio, pues nos recuerda el nanosegundo cero, pero estamos ante un proceso que, en determinado momento, con la fusión de las membranas del espermatozoide y del ovocito, se hace irreversible; un proceso que tiene un antes y un después, entre los cuales se verifica un salto biológico y ontológico». La profesora Magdalene Zernicka-Goetz, del Instituto Británico Gurdon, de investigación sobre el cáncer, demostró que los blastómeros (las células que integran este primer ser humano) tienen un potencial completo de desarrollo. Estamos, por tanto, frente a un individuo de la especie humana, organizado, capaz de autorregulación y con una finalidad intrínseca.
El Congreso mostró también cómo el embrión es capaz de relacionarse con la madre, a través de un intenso intercambio de mensajes químicos, una especie de diálogo encaminado a hacerse reconocer y acoger. Se trata de lo que la ciencia ha definido como la paradoja inmunológica del embarazo: el embrión, ya en la fase de preimplantación, comunica con la madre para hacerse aceptar, pues es otro ser distinto de ella. Se trata de mecanismos de regulación delicadísimos, que la naturaleza pone en acción para establecer la relación materno-embrional, y que, en cambio, la libertad y la debilidad humanas pueden trastornar y despreciar, por ejemplo con el uso del aborto.
Esto es lo que está sucediendo también con la difusión de técnicas de diagnóstico prenatales, aplicadas con una mentalidad eugenésica, como recordó el famoso neonatólogo italiano Carlo Bellieni. A causa de la presión social, del mito de la perfección, y aún más del miedo a lo desconocido, se está transformando la ciencia genética en una policía genética, que detiene y elimina a los criminales antes del delito: los embriones son calificados genéticamente y, por tanto, progresivamente descartados si no tienen las características que consideramos ganadoras. No se trata ya –subrayó el profesor Kevin FitzGerald, profesor asociado de Genética del departamento de Oncología de la Universidad de Georgetown, de Washington– de prevenir que los hombres enfermen, sino de evitar, eliminándolos, enfermos.
Nuevas amenazas para el embrión
Al hablar en una mesa redonda sobre antiguas y nuevas amenazas contra el embrión, Jean-Marie Le Méné, fundador y Presidente de la Fundación Jerome Lejeune, propuso una estrategia integrada entre personas de Iglesia y ambientes increyentes para defender al embrión. Le Méné puso en guardia a los presentes sobre los intentos de reducir el estatuto del embrión al del animal. «El embrión no tiene necesidad del estatuto para existir, tiene ya realidad ontológica propia», alertó. «No es necesario ser cristianos para defender la vida –siguió el Presidente de la Fundación Lejeune–, pero creo que es necesario defender la vida para ser cristianos». Por eso propuso desarrollar en cada diócesis una especie de célula especializada en cada diócesis en el respeto a la vida humana, que pueda ayudar al agente de pastoral familiar. En ámbito público, el Presidente de la Fundación Lejeune afirmó que haría falta «decir a todos los que tienen función de magisterio y responsabilidad pastoral que es su deber expresarse antes de cualquier consulta electoral, al menos una vez al año, para recordar que votar a favor de un candidato que no respeta al embrión es una especie de complicidad con el homicidio». En cuanto a los políticos cristianos, Le Méné afirmó que «no deberían contentarse con no votar leyes malas», sino que, al contrario, «tienen la obligación de hacer propuestas positivas e innovadoras para proteger al embrión».
Jesús Colina. Roma
http://www.alfayomega.es/