Vivimos en una sociedad que sufre constantes cambios, aunque puede que, a partir de la última mitad del siglo XX, el ámbito más afectado haya sido la familia. El cine refleja estas mutaciones y propone distintos modelos de vida que manifiestan la inquietud del hombre ante una sociedad cada vez más políticamente correcta.
Nos preguntamos si la metamorfosis actual de nuestra sociedad está intentando privar a la mujer de su condición de madre, de sustentadora última del núcleo familiar, pa...
Vivimos en una sociedad que sufre constantes cambios, aunque puede que, a partir de la última mitad del siglo XX, el ámbito más afectado haya sido la familia. El cine refleja estas mutaciones y propone distintos modelos de vida que manifiestan la inquietud del hombre ante una sociedad cada vez más políticamente correcta.
Nos preguntamos si la metamorfosis actual de nuestra sociedad está intentando privar a la mujer de su condición de madre, de sustentadora última del núcleo familiar, para obligarla a cumplir una serie de expectativas imposibles. ¿Ha cambiado la figura de la madre junto con la sociedad y el modelo de vida familiar? ¿Ha renunciado la mujer a la maternidad, o es ésta una dimensión irrenunciable? Encontramos películas que nos muestran a mujeres que rechazan la maternidad o que, siendo madres, no se comportan como tales. Es el caso de Titanic, Los Otros, Kramer contra Kramer, Lo que el viento se llevó... Sin embargo, en la mayoría de los casos, la figura de la madre lucha por no despegarse de su maternidad, algo a lo que está llamada por naturaleza, y lo hace desde distintos roles. Hay madres-coraje -No sin mi hija, Bailar en la oscuridad–; madres adoptivas –Sonrisas y lágrimas, Indochina–; madres guardianas del hogar -El padrino, ¡Qué verde era mi valle!–; madres espirituales –Canción de cuna, Siete mujeres–; madres sufridoras –El Bola–; madres solas –Erin Brockovich, Mujercitas–, madres sin hijos –La mano que mece la cuna–, incluso madres por excelencia –La Pasión de Cristo– ... por poner sólo algunos ejemplos.
El núcleo familiar estable, el hogar, es siempre a lo que tiende la persona. Es la célula básica de la sociedad, donde se forma el carácter, la moral, la sexualidad… en definitiva, donde el hombre construye su identidad. La figura universal de la madre, por su naturaleza y constitución antropológica, es central en este núcleo familiar, en cuanto transmisora de vida y valores. La madre es, además, el principal vehículo de actualización para el cambio, puesto que siempre antepone a su hijo a los problemas personales de este, que tanto han cambiado en sólo dos generaciones (uniones de hecho, hijos fuera del matrimonio, relaciones homosexuales o problemas con la violencia o la drogadicción).
Y es posible que este tema lo traten cineastas tan diferentes como John Ford, Pedro Almodóvar, Mel Gibson, Vittorio de Sica, o José Luis Garci, porque hablamos de una figura universal. Si la familia es el núcleo base de la sociedad y la madre la principal sustentadora de la familia, es razonable pensar que la crisis de la sociedad se debe, en gran medida, a la gran presión a la que la mujer se ve sometida. No hay que olvidar que, aunque quieran proponerse otros modelos, son mayoría las mujeres que luchan por mantenerse fieles a su propia identidad, en una sociedad que cada vez se lo pone más difícil.
Ana Lanuza Avello
(Alfa y Omega)