Muy buenas noches y muy bienvenidos a esta nueva edición de la linterna. Hoy viernes 17 de febrero del 2006 festividad de San Benedicto.
Corría el año 1933 cuando “Madeleine Kent”, una británica que vivía en Alemania, se refirió a la dificultad de conocer cuáles eran los objetivos reales del partido nacional socialista. La razón fundamental para esa circunstancia radicaba en el uso del lenguaje de los nacional-socialistas alemanes.
La Señora Kent escribió al respecto: su vocabulario está engrasado con eufemismos que sirven a un triple propósito: engañar a la gente de mente sencilla, tanto en el interior del país como en el extranjero; añaden el insulto a los perjuicios que causan a los perseguidos y complacen la muerte de esclavos de las masas.
En los años siguientes Madelaine Kent asistiría con horror a la manera en que esa mezcla de eufemismos, de manipulación, de agresiones verbales y de engaño mediático se encauzaba para justificar, primero, las leyes eugenésicas del tercer reich, después la legalización de la eutanasia y finalmente la persecución abierta de los judíos.
Y sin embargo, quién hubiera podido imaginar todo aquello cuando los nacional-socialistas alemanes tan sólo prometían que los niños nacerían más sanos y más fuertes, que el abandono del tabaco mejoraría el estado de la piel de las mujeres o que la salud de la población alcanzaría cotas nunca imaginadas gracias a la manipulación de fetos de acuerdo con criterios que se presentaban como científicos. La verdad es que fueron muy pocos, incluso entre sus futuras víctimas.
Ayer, mientras los medios de comunicación se entregaban a las especulaciones más diversas sobre la proximidad de un cercano anuncio de tregua por parte de la banda terrorista ETA, tenía lugar en el Congreso un acontecimiento de enorme trascendencia, nos referimos a la aprobación de la Ley de Fecundación Asistida.
De acuerdo con la propaganda mediática favorables a esta Ley y con las declaraciones del gobierno socialista y sus aliados parlamentarios nos encontraríamos ante un paso de progreso que facilitaría a las parejas con hijos enfermos, el tratamiento de esas dolencias a partir de otros embriones de hermanos.
Lamentablemente, la realidad es muy distinta y la gravedad de este paso legislativo, que sólo contó con una moderada y tibia oposición por parte del Partido Popular, puede comprenderse si tenemos en cuenta algunos aspectos del texto general aprobado. Sin ánimo de ser exhaustivo se trata de los siguientes:
1. La nueva Ley elimina cualquier límite a la fecundación de embriones que luego serán utilizados y para ocultar este hecho se usa un término no científico como es el de pre-embrión.
2. La nueva Ley permite la selección genética de embriones, es decir, se llevará a cabo la fecundación in vitro de varios embriones, a continuación se procederá a extraer células de todos ellos y a proceder a su análisis y aquellos embriones (vidas humanas a fin de cuentas) que contengan el gen de la enfermedad serán rechazados.
3. La nueva Ley permite que los denominados embriones sobrantes puedan ser donados para realizar experimentos científicos con ellos.
4. La nueva Ley permite, sí mismo, la generalización de los experimentos con embriones sin necesidad de que, como hasta ahora, estén congelados. En otras palabras, legaliza e impulsa la experimentación con seres humanos.
5. La nueva Ley permite, por lo tanto, la eliminación de embriones de seres humanos simplemente porque en ellos existe un gen enfermo o incluso siendo totalmente sanos porque se ha decidido no utilizarlos.
6. La nueva Ley, que no incluye la clonación reproductiva, deja sin embargo la puerta abierta a la clonación de seres humanos con fines, denominados, terapéuticos.
7. Para colmo, la reforma, a pesar de sus graves consecuencias, ni siquiera garantiza que sirva de nada. De hecho, no se ha demostrado jamás que las células embrionarias, a diferencia de las adultas, posean ninguna utilidad para la curación de enfermedades y
8. La nueva Ley, a fin de cuentas, carece de justificación médica, va a favorecer un jugoso negocio para algunas clínicas privadas e implica un gravísimo desprecio hacia la vida y la dignidad humana.
La idea sobre que alguien pueda concebir criaturas serán desechadas si no responden a lo esperado, la idea de que esas criaturas puedan incluso ser donadas para experimentos de carácter médico, la idea de que todo ello constituye un negocio lucrativo para ciertos establecimientos clínicos y la idea de que es “progresista” un proceso en que el embrión es deshumanizado y convertido en algo semejante a un grano o un pólipo seguramente no choca con ciertas mentalidades.
Sin embargo, para aquellos que creen que la vida humana es algo digno, para aquellos que consideran que debe ser defendida y protegida desde el mismo momento de su aparición, para aquellos que defienden que nunca puede ser material para quien haga negocios, para aquellos que afirman que bajo ningún concepto puede ser objeto de experimentos, para todos ellos, una ley como la que fue aprobada ayer no es sino un fruto más del árbol de la disolución moral.
Se trata de esa disolución moral que considera un avance del progreso que el año pasado se produjeran 80.000 abortos en España, se trata de esa disolución moral que considera un avance del progreso la eutanasia, se trata de esa disolución moral que considera un avance del progreso aniquilar la familia, se trata de esa disolución moral que considera también un avance del progreso sentarse con asesinos para pactar su pronta excarcelación.
Y es que enredados en las jugadas de regate corto de la política, quizá estemos pasando por alto un hecho de enorme gravedad, el que nuestra nación se enfrenta a desafíos que van más allá de la política de partidos y de los programas electorales, porque en definitiva constituyen importantes cuestiones morales y en esa batalla moral, triste es decirlo, el gobierno que preside D. José Luis Rodríguez Zapatero y sus aliados políticos, se encuentran en el bando opuesto de aquellos que aman la libertad, de aquellos que creen en la dignidad del ser humano desde el momento de su concepción y de aquellos que consideran que la vida no puede ser objeto de transacciones, ni experimentos, sino que ha de ser respetada y defendida.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
San Josemaría, maestro de perdón (1ª parte) |
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El marco moral y el sentido del amor humano |
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