Con motivo del quinto centenario se abrirán estancias hasta ahora ocultas para el público
Lunes, 27 de febrero de 2006
Ángel Villarino -- Roma- Cada mañana, miles de turistas forman en fila india alrededor de la muralla aureliana. También en días de lluvia, o bajo un sol de justicia, el «serpetone» es inflexible. A partir de las siete, los alrededores del Estado Vaticano se ven inundados por una heterodoxa marea humana que arrastra gentes de todas las nacionalidade...
Con motivo del quinto centenario se abrirán estancias hasta ahora ocultas para el público
Lunes, 27 de febrero de 2006
Ángel Villarino -- Roma- Cada mañana, miles de turistas forman en fila india alrededor de la muralla aureliana. También en días de lluvia, o bajo un sol de justicia, el «serpetone» es inflexible. A partir de las siete, los alrededores del Estado Vaticano se ven inundados por una heterodoxa marea humana que arrastra gentes de todas las nacionalidades y diferentes credos. Y al final de cada año llega el recuento: 4 millones de visitantes, 35 accesos por minuto, 40 millones de euros de recaudación. Estamos ante uno de los conjuntos de galerías más frecuentados del mundo, que cumple cinco siglos en un envidiable estado de forma. Se trata de la colección de arte antiguo más rica del mundo, reunida a lo largo de muchos siglos de mecenazgo y donaciones; un recorrido que concluye con una visita imprescindible a la famosa Capilla Sixtina, uno de los mayores prodigios que encierra la ciudad-estado y también la sede de los cónclaves donde se eligen a los papas.
Todo comenzó el 14 de enero de 1506, cuando en las termas romanas del emperador Tito se descubrió la escultura de mármol de Laocoonte y sus hijos, que había permanecido bajo varios metros de tierra durante siglos. El Papa Julio II interrogó a sus artistas predilectos sobre el descubrimiento. Pidió consejo a Miguel Angel Buonarotti y Giuliano Sangallo y el veredicto fue unánime: había que adquirir la escultura a toda costa, porque era nada menos que la obra descrita por Plinio el Viejo en sus escritos. Así lo hizo el Pontífice y, apenas un mes después, el conjunto escultórico fue expuesto en el Patio Octógono del Vaticano, encargado para tales fines al arquitecto Bramante. Se había plantado la semilla.
Un Papa orgulloso. Durante años, alrededor del Laocoonte se fueron reuniendo otras obras maestras de la escultura clásica, como el Apolo del Belvedere, o la figura de Hércules luchando contra Anteo. El Papa estaba orgulloso de su colección y el recinto sobre el que después rondarían los Museos Vaticanos se convirtió en el lugar de encuentro preferido para sus encuentros diplomáticos. A su muerte, los sucesores de Julio II fueron enriqueciendo considerablemente el patrimonio. León X y Pablo III hicieron importantes adquisiciones y la reunión de esculturas clásicas surgida en torno a Laocoonte se convirtió muy pronto en la más aclamada de todo el planeta.
Pero la historia de este gran centro del arte mundial tuvo también días plomizos: un relato paralelo de saqueos, rencillas y oscurantismo. En la primera mitad del siglo XV, el Papa Adriano VI decretó el cierre del Patio Octógono, considerando que las joyas escultóricas no eran sino un blasfemo culto a ídolos antiguos. Y en su saqueo de Roma, las tropas del emperador Carlos V asolaron los palacios pontificios, robando parte de la colección y destruyendo decenas de piezas maestras.
Pero la colección de arte se sobrepuso a las malas rachas y ya en 1734 Clemente XII fundó el Museo Capitolino, piedra angular de la actual galería. A partir de entonces, nacieron las salas temáticas en las que se fue exponiendo el inabarcable patrimonio artístico de la Santa Sede. Nacieron las Galerías Pontificias, el Museo Pio-Clementino, la colección de Antigüedad Clásica, el Museo Chiaramonti y la Galería Lapidaria. Surgieron el Museo Etrusco y su hermano el Egipcio, el Museo Profano y el Cristiano… Se dice «Museos Vaticanos», así, en plural, porque en realidad se trata de una agregación de diferentes exposiciones, cada una de las cuales merece por sí mismo una vista. Y el del V Centenario podría ser el pretexto perfecto.
El Estado Vaticano ha decidido conmemorar el aniversario de sus museos con un discreto programa. El homenaje se basará en la apertura al público de nuevas instalaciones, consagradas a la labor evangelista del arte. La primera de las nuevas instalaciones retoma una idea que ya puso de relieve Benedicto XIV entre 1756 y 1757 con la intención de «promover el esplendor de Roma y afirmar la verdad de la religión cristiana». Así, el 16 de marzo, se instalará una muestra de piezas arquitectónicas procedentes de las catacumbas, clasificadas según su procedencia y expuestas en vitrinas decoradas con los bustos de los 24 cardenales bibliotecarios. La segunda iniciativa pasará por la ampliación del Museo Misionero Etnológico, que desde el 20 de junio contará con nuevas secciones dedicadas a China, Japón, Corea, Tibet y Mongolia. Coincidiendo con el V Centenario concluirá también la restauración de las pinturas de Pinturicchio que decoran la Sala de los Misterios del Apartamento Borgia. La intención es recuperar la luminosidad de los episodios que representan la vida de Jesús y María, degradadas por el paso del tiempo y ocultadas durante más de tres décadas por espesas tapicerías. Con la llegada del otoño, se abrirá un nuevo sector en la necrópolis romana situada en «Via Trimphalis». Desde esa fecha se podrán visitar unas cien sepulturas que fueron creadas entre los siglos I y III antes de Cristo.
http://www.larazon.es/noticias/noti_cul13593.htm