Pide también una actitud constructiva a la productora Sony-Columbia
ROMA, miércoles, 15 febrero 2006 (ZENIT.org).- Ofrecemos íntegramente el comunicado de prensa que la Oficina de Información del Opus Dei en Roma ha enviado a Zenit en relación con la película «El Código Da Vinci», basada en el volumen entre cuyos errores se cuenta la distorsión de la Iglesia católica y de la citada Prelatura.
Del comunicado se ha hecho eco igualmente la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos a través de su órgano de información «Fides».
El texto se difundió el martes, el mismo día que «Harambee» (fondo nacido con motivo de la canonización del fundador de la Obra) ofreció una rueda de prensa para anunciar una campaña de recogida de fondos para cuatro nuevos proyectos de desarrollo en África.
El Opus Dei (www.opusdei.org) es una Prelatura personal de la Iglesia católica cuya finalidad es contribuir a la misión evangelizadora de ésta promoviendo entre fieles cristianos de toda condición una vida plenamente coherente con la fe en las circunstancias ordinarias de la existencia humana y especialmente a través de la santificación del trabajo.
Santificar el trabajo significa, para los fieles de la prelatura, trabajar según el espíritu de Jesucristo, para dar gloria a Dios y para servir a los demás, y contribuir de este modo a santificar el mundo, haciendo presente el espíritu del Evangelio en todas las actividades y realidades temporales.
El Opus Dei está constituido por un prelado, un presbiterio o clero propio y laicos –mujeres y hombres-. Fue fundado en 1928 en Madrid (España) por Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), a quien Juan Pablo II beatificó en 1992 y canonizó a los diez años.
Forman parte de la Prelatura más de 84.000 personas –de los cinco continentes-, de las que en torno a 1.800 son sacerdotes.
OFICINA DE INFORMACIÓN DEL OPUS DEI EN ROMA
Comunicado de prensa
Roma, 14.2.2006
Recibimos en estos días diversas preguntas a propósito de la película sobre El Código Da Vinci.
Confirmamos cuanto ya se declaró el pasado 12 de enero: no tenemos intención de polemizar, no habrá boicot alguno ni nada parecido. Proseguiremos con una actitud de transparencia, serenidad y espíritu constructivo
El Código Da Vinci ofrece una imagen deformada de la Iglesia Católica. La difusión del libro y de la película representa una oportunidad de mostrar la realidad auténtica de la Iglesia. En la Encíclica Deus Caritas est, Benedicto XVI ha subrayado que la caridad es un rasgo esencial de la Iglesia: «El amor es el servicio que presta la Iglesia para atender constantemente los sufrimientos y las necesidades, incluso materiales, de los hombres» (n.19).
En consecuencia, éste puede ser un momento adecuado para dar a conocer la labor de servicio que los católicos desarrollan en África, desde hace siglos; y para sostener el compromiso de numerosas instituciones de la Iglesia en el continente africano, que sigue siendo una de las grandes emergencias del mundo.
Muchos se sienten ofendidos por la falta de respeto de El Código Da Vinci en relación con la fe de los cristianos. Desearíamos invitar hoy a estas personas a manifestar su desacuerdo de forma serena y constructiva: dando a conocer algunas iniciativas de educación y de cooperación promovidas por católicos en África y participando en su sostenimiento con una aportación. Una pequeña ayuda es un gesto simbólico, pero tiene al mismo tiempo un significado concreto y positivo.
Harambee 2006 presenta cuatro proyectos promovidos por católicos en África, dos de ellos por miembros del Opus Dei (Cf. Zenit, 14 febrero 2006. Ndr). Naturalmente existen otras muchas iniciativas que merecen la cooperación de todos.
Informar sobre las actividades de solidaridad de los católicos en África es un modo de lograr que la discusión pública provocada por El Código Da Vinci no se limite a una polémica estéril, sino que haga que brote un fruto positivo: un mejor conocimiento de un aspecto esencial de la Iglesia Católica y una ayuda concreta a personas necesitadas.
Al mismo tiempo, seguimos confiando en la sensibilidad de Sony-Columbia, en su capacidad de reaccionar de modo constructivo.
No basta con ofrecer al ofendido la oportunidad de defenderse mientras la ofensa sigue permaneciendo. Un comportamiento correcto es evitar la ofensa cuando aún es posible. Faltan aún tres meses para el estreno. Por lo tanto alimentamos la esperanza de que, en la edición final de la película, no haya referencias que hieran a los católicos. Sería un gesto conciliador muy apreciado, especialmente en estos momentos en que todos percibimos las penosas consecuencias de la intolerancia.
Sony-Columbia está a tiempo de demostrar que la libertad de expresión es compatible con el respeto a las creencias ajenas; puede demostrar que el respeto es un acto libre que nace de la sensibilidad, y no una consecuencia de la censura ni de amenazas.
Tomando una decisión conciliadora, Sony-Columbia haría un servicio a la causa del diálogo entre las culturas y honraría su tradición.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
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