Si contemplamos detenidamente los vocablos ciencia y progreso, llegamos a la conclusión de que son los más usados tras amor y paz, y es que el mundo contemporáneo se protege bajo dichas palabras. Pero sobre el concepto e interpretación de progreso las opiniones son divergentes. Permanentemente encontramos serias contradicciones en nuestra sociedad: mientras se intenta defender a los animales en vías de extinción, se manipulan embriones en aras de un falso progreso, tratando de que la ciencia no ...
Si contemplamos detenidamente los vocablos ciencia y progreso, llegamos a la conclusión de que son los más usados tras amor y paz, y es que el mundo contemporáneo se protege bajo dichas palabras. Pero sobre el concepto e interpretación de progreso las opiniones son divergentes. Permanentemente encontramos serias contradicciones en nuestra sociedad: mientras se intenta defender a los animales en vías de extinción, se manipulan embriones en aras de un falso progreso, tratando de que la ciencia no acepte límites. Se trata de concebir un hombre nuevo en un mundo en el que la ciencia tenga absoluta autonomía, olvidando que tienen que existir códigos que la limiten cuando se pueda dañar a terceras personas.
La posibilidad de producir embriones que se puedan congelar, para usarlos posteriormente, nos lleva a utilizar unos y tirar otros, o producir nuevos. Es falsa la teoría de que se pueden obtener resultados positivos en lo que a la curación de ciertas enfermedades se refiere. Luigi Della Piccola, director del Instituto Mendell en Roma, analiza en su obra Scienza e Vita cómo se puede hacer investigación sin tocar el embrión, que es un ser humano vivo. Respetando al embrión se permanece fiel al juramento hipocrático.
Muchos de los que están en contra del liberalismo económico aceptan el liberalismo ético. Y es que no se trata de posturas enfrentadas entre laicos y católicos, sino que hace referencia a todo un sistema de valores.
Según el Parlamento europeo, es necesario proteger la vida humana desde su fecundación. El embrión y el feto humano, según el Consejo de Europa, deben ser respetados. Los distintos países europeos han legislado individualmente sobre el tema, siendo España y Gran Bretaña los países más permisivos, pues admiten la fecundación artificial incluso en el caso de mujeres solas.
Podemos concluir afirmando que estas investigaciones, en apariencia dirigidas a curar enfermedades, en realidad esconden posturas próximas al nazismo. Se buscan hijos perfectos, superhombres fabricados en un laboratorio, técnicas que podrían ser asumidas por los dirigentes de los campos de concentración de Dachau o Manthausen.
Juan Pablo II habló abundantemente del tema afirmando que «a un embrión se le debe el mismo respeto que a un niño recién nacido o a una persona». Benedicto XVI, en su obra Europa, ha declarado recientemente que «la ciencia no puede generar principios éticos. Una renovación de la conciencia política no puede venir del debate científico».
Desde los medios de comunicación se han creado falsas esperanzas. La ética no es una moda que cambia, la vida no está en venta. Se habla de libertad, pero no de la verdadera libertad, en realidad es una tiranía que reduce al ser humano a la esclavitud.
Soledad Porras Castro
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