CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 27 enero 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recibió en audiencia este viernes a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos (ACLI, por sus siglas en su idioma), en el marco de la celebración de su sexagésimo aniversario de fundación.
Siguiendo el carisma de esta institución, el Papa invitó a sus huéspedes a ser fieles a los trabajadores, a la democracia y a la Iglesia.
En nombre de la delegación, formada por 250 dirigentes de estas asocia...
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 27 enero 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recibió en audiencia este viernes a las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos (ACLI, por sus siglas en su idioma), en el marco de la celebración de su sexagésimo aniversario de fundación.
Siguiendo el carisma de esta institución, el Papa invitó a sus huéspedes a ser fieles a los trabajadores, a la democracia y a la Iglesia.
En nombre de la delegación, formada por 250 dirigentes de estas asociaciones, el presidente nacional, Luigi Bobba, dirigió al Santo Padre unas palabras que como él mismo confesó «me han conmovido verdaderamente».
En su discurso, el obispo de Roma comenzó pidiendo «fidelidad a los trabajadores» pues «la persona es la medida de la dignidad del trabajo».
«Por este motivo --señaló-- el Magisterio siempre ha subrayado la dimensión humana de la actividad laboral, enmarcándola en su auténtica finalidad, sin olvidar que la coronación de la enseñanza bíblica sobre el trabajo es el mandamiento del descanso».
«Exigir, por tanto, que el domingo no sea homologado al resto de los días de la semana es una opción de civilización», indicó.
La segunda consigna que dejó el Papa a los trabajadores cristianos es «la fidelidad a la democracia» para «garantizar la igualdad y los derechos de todos».
«Una democracia sin valores se convierte fácilmente en un totalitarismo abierto o subrepticio, como lo demuestra la historia», afirmó citando una frase que repetía frecuentemente Juan Pablo II.
En tercer lugar, invitó a la «fidelidad a la Iglesia» porque «sólo una adhesión cordial y apasionada al camino eclesial garantizará esa identidad necesaria para hacerse presente en todo ámbito de la sociedad y del mundo, sin perder el sabor y el perfume del Evangelio».
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