Las incógnitas del 2006 pesan sobre nosotros. Un año se ha ido, no exento de graves preocupaciones, y el nuevo amanece con una herencia problemática, que augura que no será un año de cava y rosas. Sin embargo, para nosotros los cristianos, la palabra clave es la Esperanza.
Aunque para muchos pesimistas «nada está tan mal que no pueda estar peor», nosotros, aunque somos conscientes de la realidad circundante en España y en el mundo, y porque tenemos ojos en la cara para ver lo que pasa y...
Las incógnitas del 2006 pesan sobre nosotros. Un año se ha ido, no exento de graves preocupaciones, y el nuevo amanece con una herencia problemática, que augura que no será un año de cava y rosas. Sin embargo, para nosotros los cristianos, la palabra clave es la Esperanza.
Aunque para muchos pesimistas «nada está tan mal que no pueda estar peor», nosotros, aunque somos conscientes de la realidad circundante en España y en el mundo, y porque tenemos ojos en la cara para ver lo que pasa y lo que puede pasar, estrenamos el año 2006 con esperanza.
La Esperanza es una de las virtudes teologales, junto con la Fe y la Caridad, y me parece que no se dan las unas sin las otras. Nos hacen mucha falta. Nuestra Esperanza está en el Señor, en el Hijo que se nos ha dado, Dios y hombre verdadero, cuyo nacimiento acabamos de celebrar miles de millones de creyentes. Ahí está, en los belenes de nuestros templos y hogares, Niño en brazos de su Madre. No olvidemos nunca lo que nos recuerda el Papa Benedicto XVI: «Porque Dios se ha hecho hombre por amor al hombre».
A Él acudimos, y le presentamos el panorama sobre el mundo, sobre nuestra España, sobre nuestra familia. No es un paisaje sereno, para nada: violencia, hambre, pobreza y esclavitud en el mundo; deterioro de nuestra imperfecta democracia en España, donde la libertad y la convivencia están amenazadas; enfermedades y dificultades en nuestras familias. Y eso, sintetizando, para no entrar en detalles que todos conocemos.
Es un Niño poderoso, y María está pendiente de lo que nos falta. Ya lo hizo en Caná. Le habla y se lo explica. Les falta esto y lo otro, necesitan aquello y lo de más allá… Luego Ella nos sopla al oído aquello de Haced lo que Él os diga. Y ésa es la otra clave: hacer lo que Él nos dice.
¿Lo hacemos? No sé. Pero lo que Jesús nos dice, nos lo está recordando Benedicto XVI en sus recientes mensajes. No nos encerremos en nuestro propio egoísmo. Abramos nuestra agenda a objetivos de solidaridad, de caridad, de testimonio cristiano, que proporcionen esperanza a los que carecen de ella.
Tengamos valentía, empuje y esperanza, para vivir los 365 días del año 2006 haciendo el Bien.
Mercedes Gordon
http://www.alfayomega.es/