«Vamos a convertir el limón en limonada», afirma un portavoz de la Obra
ROMA, jueves, 12 enero 2006 (ZENIT.org).- ¿Cuál será el acontecimiento más destacado del año 2006? Según una portada de la edición estadounidense de la revista «Newsweek» el gran evento será la millonaria producción cinematográfica «El Código da Vinci».
Por primera vez, en esta entrevista, un representante del «malo de la película», la prelatura del Opus Dei, ofrece su visión sobre esta producción, que Sony-Columbia presentará en mayo con Tom Hanks y Audrey Tautou como protagonistas.
Marc Carroggio, responsable de la relación del Opus Dei con los medios internacionales, reconoce a Zenit que el libro y la actual expectativa «están resultando una especie de publicidad indirecta para nosotros».
Carroggio adelanta que ante la película, que ha sido filmada en el Museo del Louvre (en París), no habrá ninguna declaración de guerra contra nadie: se trata de aprovechar el gran interés suscitado para proponer la figura de Jesucristo, subraya.
--¿Qué es lo que más les disgusta del libro y ahora de la película?
--Carroggio: Ya sé que la ficción tiene sus propias reglas y no hay que tomarla demasiado en serio. Pero, como a cualquier cristiano, me disgusta la frivolidad con que el libro juega con la vida de Jesucristo.
Además, el problema de un guión de este tipo es que «criminaliza» a un grupo de personas. Presenta a la Iglesia como una banda de delincuentes que durante dos mil años ha estado dispuesta a todo con tal de mantener escondida una gran mentira.
Aunque resulte grotesco, y a veces algo cómico, se acaba ofreciendo un retrato odioso de una institución, y está comprobado que los retratos odiosos generan sentimientos de odio en personas que carecen de recursos críticos.
Me parece que no necesitamos más caricaturas de ninguna religión. Tendríamos que estar todos de la parte de la concordia, de la tolerancia, de la comprensión. No se puede pedir la paz con la mano izquierda y golpear con la mano derecha.
--El Opus Dei no acostumbra a emitir reacciones oficiales ante acontecimientos. ¿Se hará una excepción con la película del Código da Vinci?
--Carroggio: Hay quien está esperando una especie de declaración de guerra, por parte de la Iglesia católica y, dentro de ella, del Opus Dei. Quizá sería interesante para el márketing de la película: ya sabe, un conflicto entre poderes y todo eso.
Pero puedo asegurarle que la única respuesta que llegará del Opus Dei será una declaración de paz. Nadie va a formular amenazas, ni promover boicots ni nada parecido.
La verdad es que habríamos agradecido un gesto explícito de respeto de la empresa productora, Sony Columbia. Sin embargo, por su parte sólo ha habido lo que podríamos llamar «amable indiferencia», sin muestras concretas de sensibilidad hacia las creencias religiosas.
--¿Cuál piensa usted que será la reacción de las personas del Opus Dei?
--Carroggio: La reacción de las personas del Opus Dei será la misma que la de muchos otros cristianos: intentar convertir el limón en limonada.
En realidad estamos ante una gran oportunidad de hablar de Jesucristo. Pienso que el interés por la figura de Jesucristo explica en parte la difusión de la novela. Es el típico caso de parasitismo cultural: hacerse famosos polemizando con famosos; presentar la trasgresión como arte. Si no fuera Jesucristo el personaje que está en el centro de la trama de la novela, se desinflaría su interés.
Opino que la mejor respuesta es facilitar el conocimiento de Jesucristo, con medios adecuados. Intuyo que este año mucha gente se animará a leer el Evangelio, consultará algún buen libro sobre la vida de Cristo, y quizá se planteará los grandes temas de la fe, que dan luz a las preguntas más difíciles sobre la existencia humana.
Para mí, todo esto es convertir el limón en limonada.
--En cierto modo Dan Brown ha puesto más de moda el Opus Dei y ustedes tienen la oportunidad de explicarse. ¿Han notado un mayor interés informativo?
--Carroggio: Sin duda. En estos meses pasados, sólo en Estados Unidos, más de un millón de personas se han puesto en contacto con nuestro website (http://www.opusdei.org), en parte gracias al revuelo causado por el Código Da Vinci.
Está resultando una especie de publicidad indirecta para nosotros.
Me viene a la memoria algo que sucedía en los antiguos países comunistas. Si un órgano oficial publicaba un artículo contra la Iglesia, que incluía también ataques al Opus Dei, recibíamos mensajes clandestinos de personas de esos países, que leían los textos al revés, «en negativo»: habían llegado a la conclusión de que el Opus Dei tenía que ser interesante, si era criticado por quienes critican también a la Iglesia católica. Con el Código Da Vinci está ocurriendo algo parecido.
Ya hemos hecho bastante limonada con el libro y esperamos aumentar la producción con la película, Dios mediante. Intentaremos realizar un esfuerzo informativo, ofreciendo plena apertura y disponibilidad: puertas abiertas. Nos gustaría dar, a quienes lo deseen, la oportunidad de conocer el Opus Dei de primera mano. Algo que no han querido hacer ni el autor de la novela ni el director de la película.
--¿Llevarán a cabo alguna acción legal contra la película?
--Carroggio: Sinceramente, no lo creo. Desde luego, me parece que habría motivo más que suficiente: imagine que una película revelase que Sony-Columbia no es lo que hasta ahora pensábamos, sino una empresa mafiosa, una secta asesina. No creo que sus abogados se contentasen con un cartel que dijese: no se preocupe, es sólo ficción. Estoy convencido de que amenazarían con una denuncia.
Pero también es cierto que un juicio es como el símbolo de un conflicto institucional: daría lugar al «caso Opus Dei versus Sony-Columbia». Me suena irreal. Ya le he dicho que lo único que va a hacer el Opus Dei es una declaración de paz. Para pelear hacen falta dos, y en este caso no habrá quórum.
Por otra parte, hay personas del Opus Dei en sesenta países. Algunos de ellos promueven, con sus colegas, centros de formación profesional para campesinos, o para jóvenes sin expectativas de empleo, o también hospitales en zonas deprimidas. Todas esas iniciativas viven gracias al apoyo económico de muchos colaboradores. Es claro que la novela y la película pueden dificultar su labor de recogida de fondos. Por esa razón, no me sorprendería que algunas de esas organizaciones solicitaran indemnizaciones económicas.
--¿Van a desaconsejar a los miembros del Opus Dei (más de 80.000 personas en el mundo) esta película, o prefieren que la vean para que se percaten de lo mal que se ha entendido el Opus Dei en algunos círculos?
--Carroggio: Los miembros del Opus Dei son adultos. No vamos a hacer nada de ese estilo.
Una cuestión interesante es si esta película no tendría que reservarse solamente a mayores. Cualquier adulto distingue realidad de ficción: basta con un poco de cultura. Pero, ante una manipulación de la historia, a un niño le faltan elementos de juicio: no basta añadir un cartel de «ficción». Así como se les protege de las escenas explícitas de sexo y violencia, ¿no habría que protegerles de la violencia expresada de forma más sutil, y por eso más insidiosa?
Me parece razonable sentir esta preocupación. Además de pensar en el beneficio económico, es preciso pensar en la posible influencia negativa sobre los jóvenes. Insisto, no estamos en tiempos de sembrar discordia entre personas, países y religiones, sino de promover la concordia.
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