Al hacer un balance sobre la situación actual del planeta, Benedicto XVI propuso ayer al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede la verdad como camino para alcanzar la paz.
10/1/2006
Escucharon el discurso del Papa en francés los embajadores de 174 Estados que tienen relaciones diplomáticas con el Vaticano. A éstos se suman los representantes de las Comunidades Europeas, de la Soberana Orden Militar de Malta, de la Federación Rusa y de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
«La paz -lo constatamos con dolor- en muchas partes del mundo está impedida, herida o amenazada. ¿Cuál es el camino hacia la paz?». A esta pregunta, el pontífice respondió asegurando que «donde y cuando el hombre se deja iluminar por el resplandor de la verdad, emprende de modo casi natural el camino de la paz».
Por este motivo, su propuesta a la comunidad internacional fue la misma que planteó con su Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, que se celebró el 1 de enero, «En la verdad, la paz».
El pontífice ilustró su propuesta con cuatro enunciados.
-Ante todo, constató, «el compromiso por la verdad es el alma de la justicia».
«Quien se compromete por la verdad debe rechazar la ley del más fuerte, que se basa en la mentira y que – en el ámbito nacional e internacional - tantas veces ha provocado tragedias en la historia del hombre», ilustró.
Esta mentira, que «se presenta con una apariencia de verdad», podría servir de fundamento para «el peligro de un choque de civilizaciones», que «se hace más agudo por el terrorismo organizado, que se extiende ya a escala mundial».
-«El compromiso por la verdad da fundamento y vigor al derecho a la libertad», fue el segundo enunciado que presentó el pontífice a los diplomáticos.
«El hombre puede conocer la verdad. Y el hombre la quiere conocer. Pero la verdad puede alcanzarse sólo en la libertad», subrayó.
En este contexto, denunció que algunos Estados, «incluso entre los que pueden alardear de tradiciones culturales pluriseculares, la libertad, lejos de ser garantizada, es más bien violada gravemente, particularmente respecto a las minorías».
Dirigiéndose a los responsables de la vida de las naciones, exclamó: «¡si no teméis la verdad, no debéis temer la libertad!».
- El tercer enunciado que presentó el Papa aclara que «el compromiso por la verdad abre el camino al perdón y a la reconciliación».
Él mismo se hizo portavoz de la objeción común, según la cual las diferentes convicciones sobre la verdad han dado lugar a tensiones, a incomprensiones e incluso a auténticas guerras de religión.
Tras aclarar que «esto ha ocurrido siempre por una serie de causas concomitantes, que poco o nada tenían que ver con la verdad y la religión», explicó que «la petición de perdón y el don del perdón» «son elementos indispensables para la paz».
De este modo presentó la reconciliación como camino para superar buena parte de los conflictos que tienen lugar en estos momentos: en el Líbano, en Oriente Medio, particularmente en Irak, en África y particularmente en la región sudanesa de Darfur.
«La sangre derramada no grita venganza, pero sí invoca respeto por la vida y la paz», recalcó..
- El cuarto y último enunciado expuesto por el pontífice afirma que «el compromiso por la paz abre camino a nuevas esperanzas».
Consciente de que «el hombre es capaz de verdad», invitó a la humanidad a confiar en que es posible afrontar los grandes problemas que hoy afronta la humanidad.
«Y por esto no se puede hablar de paz allá donde el hombre no tiene ni siquiera lo indispensable para vivir con dignidad», denunció, refiriéndose a «las multitudes inmensas de poblaciones que padecen hambre».
«Nuestro común compromiso por la verdad -concluyó- puede y tiene que dar nueva esperanza a estas poblaciones que viven bajo el umbral de la pobreza, mucho más a causa de situaciones que dependen de las relaciones internacionales políticas, comerciales y culturales, que por circunstancias incontroladas».
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