En la República Checa funciona un Consejo que controla las emisiones televisivas. Lo que se controla no es la información o la ideología, sino la cualidad moral de los contenidos en determinados horarios. Así, el Consejo checo para las emisiones televisivas ha infligido multas a dos cadenas privadas por la difusión de escenas indecentes en sus 'reality-shows'. Las cadenas son culpables de emitir contenidos «vulgares y sexuales» que causan «daño al desarrollo moral, psíquico y físico de los niños...
En la República Checa funciona un Consejo que controla las emisiones televisivas. Lo que se controla no es la información o la ideología, sino la cualidad moral de los contenidos en determinados horarios. Así, el Consejo checo para las emisiones televisivas ha infligido multas a dos cadenas privadas por la difusión de escenas indecentes en sus 'reality-shows'. Las cadenas son culpables de emitir contenidos «vulgares y sexuales» que causan «daño al desarrollo moral, psíquico y físico de los niños y la juventud».
Los programas sancionados son 'Elegidos' (Priva) y 'Gran hermano' (Nova). Las multas no arruinan un balance: algo más de 400.000 euros por cabeza, es decir, nada que no puedan recuperar con un nuevo alarde de indecencia. Pero al menos así se marca, con la sanción, un límite de interés público a los excesos de la pantalla. En España se ha hablado mucho y se seguirá hablando del control de ciertos contenidos televisivos. A nadie le molesta la pluralidad ideológica, incluso cuando llega al nivel de la gresca política, pero a todos nos alarma el grado de grosería que la tele ha alcanzado.
Para controlar eso, la UE lanzó una 'Directiva TV sin fronteras' que en España todo el mundo se saltó a la torera. Después las cadenas firmaron un Código de Autorregulación que a los pocos meses ya estaba siendo violado a mansalva. O sea que, a juzgar por la experiencia, la única forma de controlar eficazmente el nivel moral de la pantalla es crear instituciones legítimas con capacidad sancionadora.
Todas las sociedades normalmente constituidas tienen una idea básica de lo que es moralmente aceptable e inaceptable, de lo decente y lo indecente. Esa idea básica puede tolerar transgresiones en espacios aptos para la transgresión (horarios minoritarios, programación para adultos, etc.), pero trata de mantener su vigencia en los espacios abiertos, especialmente si los frecuentan niños y jóvenes: la protección moral de los menores forma parte de las reglas elementales de cualquier sociedad. Parece que España quiere ser la excepción. A veces a uno le dan ganas de ser checo.
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