La tendencia al envejecimiento de la población se puede revertir. Es sencillo: basta con aumentar las tasas de natalidad. El problema es que esta sencilla solución, en apariencia, es muy difícil de garantizar en la práctica. Si se acude a las causas del descenso de natalidad, se constata que intervienen varios factores. Para empezar, los matrimonios son cada vez más tardíos, con lo cual, el número de hijos es menor, porque los primogénitos nacen más tarde. Además, el precio de la vivienda y la i...
La tendencia al envejecimiento de la población se puede revertir. Es sencillo: basta con aumentar las tasas de natalidad. El problema es que esta sencilla solución, en apariencia, es muy difícil de garantizar en la práctica. Si se acude a las causas del descenso de natalidad, se constata que intervienen varios factores. Para empezar, los matrimonios son cada vez más tardíos, con lo cual, el número de hijos es menor, porque los primogénitos nacen más tarde. Además, el precio de la vivienda y la inestabilidad en el mercado de trabajo hacen que los padres decidan tener pocos hijos. Sin duda, la pérdida de valores, tales como la familia, tiene que ver también en este proceso.
Además, se podría solicitar a las autoridades públicas un mayor esfuerzo en subvenciones y ayudas a los padres, tal y como ocurre en otros países, en particular en los nórdicos. La gratuidad de la enseñanza de los menores de tres años sería un buen paso para facilitar el aumento de la natalidad.
Otro campo en el que queda mucho trabajo por hacer es el de la conciliación entre vida familiar y laboral. Las empresas siguen frenando la capacidad de las mujeres en los empleos y, además, suelen plantear dificultades para lograr horarios que se acomoden a los escolares.
Indudablemente, el elevado volumen de inmigración que está recibiendo Europa y, en particular, España ha rejuvenecido en cierta medida a la población. Cuando comenzó esta tendencia de movimientos migratorios, se tenía la esperanza de que estos inmigrantes hiciesen aumentar las tasas de natalidad. Es cierto que han contribuido en parte a que no caigan más. Pero parece que las madres extranjeras, aunque procedan de países en los que los niveles de fecundidad son más elevados, modifican sus comportamientos al llegar a España, porque no tienen recursos suficientes para ocuparse de familias numerosas. Esta circunstancia no sólo deja al país de acogida con tasas de crecimiento similares, sino que genera un problema para el futuro, puesto que los que hoy son jóvenes trabajadores extranjeros, mañana serán pensionistas que se sumarán a la ya numerosa bolsa nacional. Aun así, en los últimos años, sólo los inmigrantes han logrado sostener el crecimiento de la población para que no caiga en tasas negativas.
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