Santidad, antes de entrar en el tema del que queremos ocuparnos, permítanos dar gracias a Dios –en voz alta– por la continuidad. Quien fuera el “alter ego” de Juan Pablo II durante su Pontificado ha sido escogido por designio divino para ocupar la Cátedra de Pedro. Polonia y Alemania unidas por el Amor de Dios. Santo Padre, ¿no es esto providencial?
¿Cómo no leer a la luz de un providencial designio divino el hecho de que a un pontífice polaco le haya sucedido en la cátedra de Pedro un ciudadano de esa tierra, Alemania, donde el régimen nazi pudo imponerse con gran virulencia, atacando después a las naciones vecinas, entre las cuales en particular Polonia? Ambos Papas en su juventud, aunque en frentes opuestos y en situaciones diferentes, experimentaron la barbarie de la segunda guerra mundial y de la insensata violencia de hombres contra otros hombres y de pueblos contra otros pueblos. La carta de reconciliación que, durante los últimos días del concilio Vaticano II, aquí en Roma, los obispos polacos entregaron a los obispos alemanes, contenía aquellas famosas palabras que siguen resonando hoy en nuestro corazón: “Perdonamos y pedimos perdón” (1) .
Sabemos cuanto quiso a Juan Pablo II y cuanto le hemos querido todos. Hoy, 18 de mayo, es un día especial, ¿podría decirnos algo de él?
… quisiera recordar que hoy es el cumpleaños de nuestro amado Papa Juan Pablo II. Habría cumplido 85 años y estamos seguros de que desde allá arriba nos ve y está con nosotros. En esta ocasión queremos expresar nuestra profunda gratitud al Señor por el don de este Papa y queremos también dar gracias al Papa por todo lo que hizo y sufrió (2) .
Al final de su Discurso a los presbíteros y diáconos de Roma, Santo Padre, y justamente el día 13 de mayo, fiesta de la Virgen de Fátima, tuvo la delicadeza de hacer una comunicación que esperaba el pueblo cristiano desde el fallecimiento de su predecesor. ¿Le importa que reproduzcamos ese maravilloso epílogo? Decía así Benedicto XVI:
Tenemos una comunicación que ha llegado hoy. La escribe el cardenal Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, juntamente con su excelencia Nowak, secretario de la misma Congregación.
“A petición del eminentísimo y reverendísimo señor cardenal Camillo Ruini, vicario general de Su Santidad para la diócesis de Roma, el Sumo Pontífice Benedicto XVI, teniendo en cuenta las peculiares circunstancias expuestas, en la audiencia concedida al mismo cardenal vicario general el día 28 del mes de abril de este año 2005, ha dispensado del tiempo de cinco años de espera después de la muerte del siervo de Dios Juan Pablo II (Karol Wojtyla), Sumo Pontífice, de modo que la causa de beatificación y canonización del mismo siervo de Dios pueda comenzar enseguida.
No obstante cualquier cosa en contrario” (3) .
Su Santidad Benedicto XVI ofreció el pasado 28 de junio un nuevo Documento. Con él facilita que la Iglesia ame más a Jesucristo. ¿Qué nos puede decir del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica?
Nunca agradeceremos suficientemente a Dios, nuestro Padre, este inmenso tesoro de esperanza y de gloria que nos ha regalado en su Hijo Jesús. Debemos dejarnos iluminar continuamente por él, para conocer cada vez más profundamente este misterioso don suyo.
El Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, que hoy tengo la gran alegría de presentar a la Iglesia y al mundo en esta celebración orante, puede y debe constituir un instrumento privilegiado para que crezcamos en el conocimiento y en la acogida gozosa de ese don divino (4) .
¿Cómo es que después del Catecismo que ya nos entregó la Iglesia en 1992 salga de nuevo otro pero más breve? Sabemos Santo Padre que no es que haya perdido vigencia dicho Catecismo sino que responde a otros motivos: ¿cuáles son?
Desde entonces, se sentía de forma cada vez más generalizada e insistente la exigencia de un catecismo en síntesis, breve, que contuviera todos y únicamente los elementos esenciales y fundamentales de la fe y de la moral católica, formulados de una manera sencilla, accesible a todos, clara y sintética. Precisamente para responder a esta exigencia, durante los últimos veinte años se han realizado, en diversas lenguas y países, numerosos intentos, más o menos logrados, de síntesis del mencionado Catecismo, que han planteado varios problemas no sólo con respecto a la fidelidad y al respeto de su estructura y de sus contenidos, sino también con respecto a la totalidad y la integridad de la doctrina católica.
Por tanto, se sentía cada vez más la necesidad de un texto autorizado, seguro y completo sobre los aspectos esenciales de la fe de la Iglesia, en plena armonía con el citado Catecismo, aprobado por el Papa y destinado a toda la Iglesia (5) .
Entonces, como decíamos, Santo Padre ¿no se trata de un nuevo Catecismo?
Ciertamente, no se trata de un nuevo Catecismo, sino del Compendio que refleja fielmente el Catecismo de la Iglesia católica, el cual, por tanto, sigue siendo la fuente a la que hay que acudir para comprender mejor el Compendio mismo, y el modelo que hay que contemplar incesantemente para encontrar la exposición armoniosa y auténtica de la fe y de la moral católica, así como el punto de referencia que debe estimular el anuncio de la fe y la elaboración de los catecismos locales. Por consiguiente, el Catecismo de la Iglesia católica mantiene intacta toda su autoridad e importancia, y podrá encontrar, en esa síntesis, un valioso estímulo para que se lo conozca mejor y se lo use como instrumento fundamental de educación en la fe (6) .
Santidad, ¿fue, lógicamente, Juan Pablo II el impulsor de esta iniciativa o se hizo a instancias de algún acontecimiento?
De esa exigencia generalizada se hicieron intérpretes en particular, en octubre de 2002, los participantes en el Congreso catequístico internacional, que presentaron una petición explícita en este sentido al siervo de Dios Juan Pablo II.
Han pasado poco más de dos años desde que mi venerado predecesor decidió, en febrero de 2003, la preparación de dicho Compendio, reconociendo que correspondía no sólo al bien de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, sino también al del mundo de hoy, sediento de verdad. Han sido dos años de intenso y fructuoso trabajo, en el que han participado también todos los cardenales y los presidentes de las Conferencias episcopales, los cuales, consultados sobre uno de los últimos proyectos del Compendio, dieron, con amplísima mayoría, una valoración muy positiva (7) .
Algunos estudiamos la Doctrina cristiana con catecismos famosos: Ripalda, Astete, etc. Nos lo aprendíamos de memoria y no era difícil porque era a base de preguntas y respuestas. Un sistema pedagógico valioso; éste, Santidad, ¿cómo es?
Esta fe se expone, en el Compendio, en forma de diálogo. De este modo, como escribí en la introducción al Compendio, se quiere “volver a proponer un diálogo ideal entre el maestro y el discípulo, mediante una estimulante secuencia de preguntas que implican al lector, invitándolo a proseguir el descubrimiento de aspectos siempre nuevos de la verdad de su fe. Este género ayuda también a abreviar notablemente el texto, reduciéndolo a lo esencial y favoreciendo de este modo la asimilación y la eventual memorización de los contenidos”. La brevedad de las respuestas favorece la síntesis esencial y la claridad de la comunicación (8) .
A todos, pero especialmente al público menudo, los dibujos o imágenes fomentan que lo que han leído se grabe mejor en la memoria y en el corazón. ¿Tendrá, Santidad, este Compendio esa ayuda?
En el texto también se han insertado imágenes al inicio de la parte o sección respectiva. Se ha hecho así para ilustrar el contenido doctrinal del Compendio: en efecto, las imágenes “proclaman el mismo mensaje que la sagrada Escritura transmite mediante la palabra, y ayudan a despertar y alimentar la fe de los creyentes”.
Así, la imagen y la palabra se iluminan recíprocamente. El arte “habla” siempre, al menos implícitamente, de lo divino, de la belleza infinita de Dios, reflejada en el Icono por excelencia: Cristo, nuestro Señor, Imagen del Dios invisible.
Las imágenes sagradas, con su belleza, son también anuncio evangélico y manifiestan el esplendor de la verdad católica, mostrando la suprema armonía entre el bien y la belleza, entre la via veritatis y la via pulchritudinis. A la vez que testimonian la secular y fecunda tradición del arte cristiano, estimulan a todos, creyentes y no creyentes, a descubrir y contemplar el fascinante e inagotable misterio de la Redención, dando siempre nuevo impulso al intenso proceso de su inculturación en el tiempo (9) .
Santo Padre, ¿tiene alguna novedad más este Compendio aparte de las imágenes?
Al final, el texto incluye también un Apéndice, que contiene algunas oraciones comunes para la Iglesia universal y algunas fórmulas catequísticas de la fe católica.
La oportuna decisión de añadir al final del Compendio algunas oraciones invita a encontrar en la Iglesia un modo común de rezar, no sólo personalmente, sino también en comunidad (10) .
A la vista de que sí hay novedades, no me resisto a preguntar: ¿hay todavía más, Santidad?
En cada una de las traducciones, la mayor parte de las oraciones se presentarán también en lengua latina. Su aprendizaje, también en esta lengua, facilitará la oración en común de los fieles cristianos pertenecientes a lenguas diversas, especialmente cuando se reúnan en circunstancias particulares.
¿Latín? Ahora que la gente estudia inglés, alemán, español… Pero si la lengua latina está en desuso. Es un idioma muerto. Santo Padre, ¿por qué esa innovación?
Como ya dije en 1997, con ocasión de la presentación de la edición típica latina del Catecismo de la Iglesia católica a mi venerado predecesor, “precisamente en la multiplicidad de las lenguas y de las culturas, el latín, durante tantos siglos vehículo e instrumento de la cultura cristiana, no sólo garantiza la continuidad con nuestras raíces, sino que también es muy importante para consolidar los vínculos de la unidad de la fe en la comunión de la Iglesia” (11) .
Intuyo que el nacimiento y la expansión de la Iglesia durante el Imperio Romano tiene qué ver con esta decisión. Europa tiene raíces cristianas evidentes. Santidad, con este nuevo instrumento, ¿qué deseos alberga en su corazón?
Ojalá que este Compendio, fruto de su esfuerzo, pero sobre todo don que Dios hace a la Iglesia en este tercer milenio, dé nuevo impulso a la evangelización y a la catequesis, de las que dependen “no sólo la extensión geográfica y el aumento numérico de la Iglesia, sino también y más aún su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios” (12) .
NOTAS:
1 Alocución, al final de la proyección de la película "Karol, un hombre que llegó a ser Papa", 19-V-2005
2 Audiencia general, 18-IV-2005
3 Discurso a los presbíteros y diáconos de la diócesis de Roma, 13-V-2005
4 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
5 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
6 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
7 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
8 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
9 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
10 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
11 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
12 Discurso en la Presentación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 28-VI-2005
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