En la solemnidad de la Inmaculada Concepción
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 8 diciembre 2005 (ZENIT.org).- En la solemnidad de la Inmaculada Concepción, Benedicto XVI puso a los pies de la Virgen María las «ansias» y las «esperanzas» de la humanidad.
En un emotivo homenaje a la imagen de la Inmaculada que se encuentra en la Plaza de España, en pleno centro de Roma, el Papa puso en manos de la Virgen particularmente el futuro de la Iglesia, en el día en que se celebraba el cuadra...
En la solemnidad de la Inmaculada Concepción
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 8 diciembre 2005 (ZENIT.org).- En la solemnidad de la Inmaculada Concepción, Benedicto XVI puso a los pies de la Virgen María las «ansias» y las «esperanzas» de la humanidad.
En un emotivo homenaje a la imagen de la Inmaculada que se encuentra en la Plaza de España, en pleno centro de Roma, el Papa puso en manos de la Virgen particularmente el futuro de la Iglesia, en el día en que se celebraba el cuadragésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.
«Traigo las ansias y las esperanzas de la humanidad de nuestro tiempo y las pongo a los pies de la Madre celestial del Redentor», comenzó diciendo el pontífice en el panegírico que dirigió a la Madre de Dios.
Más de diez mil peregrinos procedentes de numerosos países y ciudadanos de Roma participaron en el homenaje floral que Benedicto XVI dedicó a María, siguiendo con la tradición de sus predecesores en este día de fiesta laboral en Italia.
«Sí, queremos darte gracias, Virgen Madre de Dios y Madre nuestra queridísima, por tu intercesión a favor de la Iglesia», aseguró el obispo de Roma.
El pontífice pidió en particular a la Madre de Dios «que experimentemos tu cercanía en todo instante de la existencia, sobre todo en los momentos de oscuridad y de prueba».
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