Al comentar en la audiencia general el Salmo 135
CIUDAD DEL VATICANO, 9 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Las obras creadas son el primer signo de la existencia de Dios y de su amor, constató Benedicto XVI en la audiencia general de este miércoles.
«De la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor», afirmó en su meditación, dedicada a comentar el Salmo 135, canto que repasa las realidades naturales para descubrir que «es eterna» la misericordia divina.
«Dios no aparece en la Biblia como un Señor impasible e implacable, ni es un ser oscuro e indescifrable, como el hado, con cuya fuerza misteriosa es inútil luchar», explicó el Papa al comentar la composición poética judía.
Al dirigirse a 25.000 peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano --entre los que algunos eran chinos--, constató que Dios, sin embargo, se manifiesta «como una persona que ama a sus criaturas, que vela por ellas, les acompaña en el camino de la historia y sufre por la infidelidad de su pueblo», «a su amor misericordioso y paterno».
«El primer signo visible de esta caridad divina», destacó citando al salmista, «hay que buscarlo en la creación»: «los cielos, la tierra, las aguas, el sol, la luna y las estrellas».
«Incluso antes de descubrir a Dios que se revela en la historia de un pueblo, se da una revelación cósmica, abierta a todos, ofrecida a toda la humanidad por el único Creador», subrayó.
«Existe, por tanto, un mensaje divino, grabado secretamente en la creación», signo de «la fidelidad amorosa de Dios que da a sus criaturas el ser y la vida, el agua y la comida, la luz y el tiempo».
«De las obras creadas se llega a la grandeza de Dios, a su amorosa misericordia», destacó.
Cuando el Papa acabó su discurso, dejando a un lado sus papeles, comentó un pensamiento de san Basilio Magno, doctor de la Iglesia, obispo de Cesárea de Capadocia, quien constataba que algunos, «engañados por el ateísmo que llevaban dentro de sí, imaginaron el universo sin un guía ni orden, a la merced de la casualidad».
«Creo que las palabras de este padre del siglo IV son de una actualidad sorprendente», reconoció Benedicto XVI preguntándose: «¿Cuántos son estos "algunos" hoy?».
«Engañados por el ateísmo, consideran y tratan de demostrar que es científico pensar que todo carece de un guía y de orden», reconoció.
«El Señor, con la sagrada Escritura, despierta la razón adormecida y nos dice: al inicio está la Palabra creadora. Al inicio la Palabra creadora --esta Palabra que ha creado todo, que ha creado este proyecto inteligente, el cosmos-- es también Amor», aseguró.
El Papa concluyó exhortando a dejarse «despertar por esta Palabra de Dios» e invitando a pedirle que «despeje nuestra mente para que podamos percibir el mensaje de la creación, inscrito también en nuestro corazón: el principio de todo es la Sabiduría creadora y esta Sabiduría es amor y bondad».
Con esta meditación, el Santo Padre, que habló en nueve idiomas, continuó con la serie de comentarios a los cánticos y salmos de la Biblia que forman parte de la Liturgia de las Horas. Pueden leerse en la sección «Audiencia del miércoles» de la página web de Zenit (www.zenit.org).
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