Para el sábado, 12 de noviembre, ha sido convocada una manifestación en protesta contra la futura Ley Orgánica de Educación. Don Luis Carbonel, Presidente de Concapa, comenta a Alfa y Omega cuál es la situación
¿Por qué hemos tenido que llegar hasta el punto de organizar una manifestación?
Porque llevamos, desde que el Gobierno socialista asumió el poder y se planteó la reforma educativa, casi dos años sin haber conseguido que el Gobierno, por más que hable de consenso, de talante y de puertas abiertas, haya aceptado ni una sola de las propuestas de Concapa. El Ministerio de Educación está sordo a todo tipo de planteamientos que no sean los suyos. Cuando uno hace todas las cosas posibles para intentar obtener para su país una educación de calidad, y ve que el Ministerio de Educación nos engaña y vende a la sociedad humo, en vez de temas consistentes, sólidos, no tiene más remedio que decirle al país lo que está ocurriendo. Y no hay más forma para eso que una manifestación. Manifestación que desearíamos no tener que hacer, pero que se hace necesaria en un momento en el que España está en los peores puestos de Europa, con un fracaso escolar que es vergonzoso y que avocará a nuestros hijos a tener malos empleos, en franca inferioridad en la competencia laboral con sus compañeros europeos.
Y además, la falta de libertad de los padres para elegir colegio…
Así es. Existen retrocesos importantes en derechos y libertades que son esenciales al ser humano, como la libertad de enseñanza, que es el derecho del padre y de la madre a educar a nuestros hijos según nuestros principios religiosos, filosóficos o morales, y a buscar un colegio que sea coherente con ellos. Todo esto nos obliga a decirle al Gobierno que esta ley, así, no puede ser.
¿Qué ley querrían ustedes?
Queremos una ley que exija y premie el esfuerzo, que plantee una educación de calidad, de categoría, que permita que los niños sean educados en los principios que tenemos sus padres. El Gobierno no puede decidir la educación de nuetros hijos. Sólo los padres deciden cómo educar a sus hijos. Queremos que sean niños felices, que sepan llegar a la verdad, y, para esto, hace falta formarlos con capacidad crítica, no como mansos y obedientes al Gobierno, sino como seres pensantes.
Cuentan con el apoyo de otras muchas agrupaciones. Aun así, ¿se sienten solos?
Este desastre de ley tiene una rara virtud: todos están de acuerdo en considerar que es pésima. Todos menos los amigos de este Gobierno, que están, por las prebendas que sean, engañando a la sociedad y asumiendo un papel en contra de la verdad. Es lamentable que asociaciones de padres, e incluso algún sindicato, prefieran tener asegurados sus puestos antes que defender la verdad y la justicia.
Sin embargo, FERE-CECA ha comunicado que no se va a sumar a la protesta. ¿Por qué?
FERE tiene capacidad, por supuesto, para tomar sus propias decisiones. Espero que, lo antes posible, se sume a esta manifestación, porque resulta difícil de entender cómo los titulares de los centros educativos pueden tener intereses que no sean coincidentes con los de las familias y los de los alumnos. Posiblemente, FERE cree que su postura de seguir negociando es la más inteligente. No comparto esa apreciación, porque, tras más de un año de negociaciones, no se ha conseguido nada. El Ministerio de Educación no ha hecho ni un solo gesto que permita confiar en ellos. Creo que este Gobierno ha perdido toda credibilidad. FERE está diciendo que quiere seguir negociando. FERE no está hoy con quien debiera estar, que es con sus alumnos, con las familias.
Uno de los lemas es: Contra el fracaso escolar, LOE no. ¿Qué aspectos de la nueva ley hacen prever que aumentará el fracaso escolar?
Hay algunos elementos absolutamente disparatados en esta ley. Por ejemplo, el establecer el derecho a hacer novillos. Otro tema es que, en lugar de reforzar asignaturas como Matemáticas o Lengua, se sacan de la manga otra nueva asignatura –Educación para la ciudadanía– que no tiene más objeto que formar –habría que decir deformar– a los alumnos en el credo del Gobierno de turno. En contraste con una asignatura como la clase de Religión, que se está queriendo postergar a un tratamiento inferior al del resto de las asignaturas, negándole que sea computable y evaluable. El fracaso escolar, además, es mucho más grave que no aprobar. Supone no tener valores tan importantes como la organización, el orden, el esfuerzo, la capacidad de superación…
¿Qué espera de la manifestación de noviembre?
Es el primer paso de una confrontación que continuará mientras esta ley suprima los derechos fundamentales de la educación que les corresponde a las familias. Soñamos con una gran manifestación en la que se haga llegar al Gobierno que este país es nuestro, que queremos una educación de calidad. Y soñamos, aunque con pocas esperanzas, que este Gobierno se dé cuenta de que gobernar contra la sociedad tiene consecuencias políticas.
María S. Altaba
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