Republicada la carta del obispo Sanz Montes, de Huesca y Jaca
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 27 julio 2005 (ZENIT.org).- «Uno de los atentados “legales” que se empeña en facturar el actual Gobierno español» es «querer borrar precisamente esas huellas cristianas que han hecho de nuestro pueblo un Pueblo cristiano»: esta advertencia del obispo de Huesca y Jaca resuena este miércoles en el portal de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos (www.evangelizatio.org).
Ejemplo de su afirmación es «la legislación que están imponiendo» «con una insistente voluntad de atentar contra la única institución que representa un desmentido moral a tantos desmanes»: «ahí está la ley del llamado “divorcio exprés”, o la ley del mal llamado “matrimonio homosexual”», advierte monseñor Jesús Sanz Montes, OFM.
A esto se suma ahora el impulso a «la ley de educación que cercena y censura la libertad de enseñanza y religiosa en aras de una imposición ideológica controlada por su partido y los satélites mediáticos que la divulgan», añade el prelado español.
Íntegramente ha decidido publicar el dicasterio la carta semanal que el obispo de Huesca y Jaca escribe a sus diocesanos, en esta ocasión titulada «Amar las raíces del Pueblo al que pertenecemos los cristianos» (también disponible en la sección «Documentación» de Zenit).
En su misiva, el prelado alerta de que «particularmente nocivo es el ataque a la familia, porque con él se destruirá la misma sociedad».
Sólo la familia -recuerda- es «ese espacio en donde un hombre y una mujer, unidos fiel y establemente por amor, abiertos a la vida, pueden ser bendecidos por el Creador» «con el don de un hijo, el cual les podrá llamar con gratitud, con gozo y sin engaño con ese dulce nombre de “padre” y “madre”», ahora suprimidos del Código Civil español.
Por ello «introducir una variante en lo que Dios y la vida tan mayoritaria e infinitamente reclaman, es suponer abultadamente una demanda reaccionaria que mina los fundamentos de la sociedad y engaña la verdad de las personas», subraya.
Respecto a las actuaciones del actual gobierno de España, apunta también: «Podrán poner en nuestros labios lo que jamás hemos dicho, colocar en nuestras intenciones lo que nunca hemos pretendido, atrincherarnos en batallas que ninguno de nosotros ha declarado».
«Podrán hacer todo eso y más -sigue-, pero no podrán acallar a un Pueblo que ha decidido salir de su pasividad y anonimato cuando se atenta contra algo que sí importa, lo que más importa, como es la familia, el matrimonio o la educación».
Alude con ello a la gran respuesta popular del pasado 18 de junio ante la entonces inminente creación -ya un hecho- por ley del «matrimonio homosexual» y la reforma del divorcio: un millón y medio de personas se echaron a las calles de la capital española en defensa de la familia, el matrimonio natural y la infancia con el apoyo de 15 federaciones internacionales presentes en más de 60 países y más de 1.000 organizaciones no gubernamentales de 27 naciones, representantes directos de 30 millones de familias.
«La familia SÍ importa» fue el lema de aquella histórica jornada.
El comentario del obispo Sanz Montes se origina en la intervención de Benedicto XVI del domingo pasado -antes de rezar el Ángelus-, momento en que recordó «aquellas palabras que pronunció Juan Pablo II en su visita a Santiago de Compostela en 1982: Europa sé tú misma, no traiciones tus raíces cristianas» (Cf. Zenit, 24 julio 2005).
Lejos de tratarse de una «añoranza nostálgica», Benedicto XVI lanzaba «una advertencia y una exhortación a esta vieja Europa, que se empeña en ignorar las raíces de su propia historia», constata monseñor Sanz Montes.
Y es que «se quieren enterrar las huellas cristianas de Europa. Hay muchos sepultureros trabajando a destajo en el empeño», apuntó el prelado español para escribir a continuación sobre la situación de su país.
A pesar de lo que en este sentido se planea y ejecuta, «la vida terminará por hacerse sitio para seguir diciendo que a pesar de los errores y pecados, la historia cristiana ha logrado abrir caminos de libertad, de dignidad, bondad y de verdad», recalcó.
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