En particular, ante una Europa que está olvidando sus raíces
LES COMBES, domingo, 24 julio 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI espera que los cientos de miles de jóvenes que en agosto acudan a las Jornadas Mundiales de la Juventud en Colonia sean fermento de un nuevo humanismo cristiano, en particular para Europa, que está olvidando sus raíces.
El pontífice dejó espacio a sus esperanzas de inicios de pontificado este domingo a mediodía al rezar el Ángelus junto a ocho mil peregrinos que se habían congregado en la explanada que se encuentra junto a la casa del Valle de Aosta en la que transcurre estos días de vacaciones.
Entre ellos había muchos chicos y chicas pertenecientes al movimiento eclesial Comunión y Liberación, jóvenes de la diócesis italiana de Ivrea que participarán en las jornadas de Colonia, miembros de la Acción Católica, así como los jugadores del equipo de fútbol de primera división italiano «Reggina».
El pontífice dedicó la intervención que siempre pronuncia antes de rezar la oración mariana a los santos que han forjado el alma europea.
Comenzó recordando que este lunes se celebra la fiesta del apóstol Santiago, «quien asistió a la transfiguración sobre el Tabor y al sufrimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos», afirmó improvisando, «de quien se veneran las reliquias en el célebre santuario de Compostela, en Galicia, meta de innumerables peregrinos de todas las partes de Europa».
Este sábado, recordó también, la Iglesia celebró «a santa Brígida de Suecia, patrona de Europa» y el 11 de julio pasado a «san Benito», «otro gran patrono del “viejo continente” que también es mi patrono».
«Al contemplar a estos santos, viene espontáneamente la reflexión sobre la contribución que el cristianismo ha ofrecido y sigue ofreciendo a la construcción de Europa», reconoció.
El pontífice sintetizó este legado recordando las palabras que Juan Pablo II pronunció el 9 de noviembre de 1982, en Santiago de Compostela, al cumplir con un solemne «acto europeo»: «Yo, obispo de Roma y pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: “Vuelve a encontrarte. Sé tú misma”».
«Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces --decía el Papa Karol Wojtyla dirigiéndose al continente europeo--. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes».
Con aquel discurso, explicó el Papa, Juan Pablo II lanzó «el proyecto de una Europa consciente de su propia unidad espiritual, apoyada sobre el fundamento de los valores cristianos».
«Deseó una Europa sin fronteras, que no reniegue de las raíces cristianas, sobre las que surgió y que no renuncie al auténtico humanismo del Evangelio de Cristo», indicó.
«¡Qué actual sigue siendo este llamamiento a la luz de los recientes acontecimientos del continente europeo!», exclamó.
En estos momentos, el proyecto de Tratado constitucional de la Unión Europea se encuentra en una situación indefinida después de que haya sido rechazado por sendos referendos celebrados en Holanda y Francia.
El «Preámbulo» propuesto por la Convención Europea rechazó incluir una referencia a las raíces cristianas de Europa como había pedido en repetidas ocasiones el Papa Juan Pablo II.
Recordando que del 18 al 21 de agosto viajará a la antigua ciudad alemana de Colonia, para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud, pidió las oraciones de los creyentes para que «las nuevas generaciones, encontrando su savia vital en Cristo, sepan ser en las sociedades europeas fermento de un humanismo renovado, en el que fe y razón cooperen en un fecundo diálogo por la promoción del hombre y la edificación de la auténtica paz».
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