El gran espectáculo que acontece en una experiencia de voluntariado es la de la persona que se abre. ¡El espectáculo de la vida! Las alegrías se vuelven más intensas; también las decepciones y las dudas: la mirada se vuelve hacia el santuario interior en busca de respuestas: ¿merece la pena?; ¿es esto lo mío? Es la vida quien responde, cuando los ojos quieren ver y el corazón quiere sentir
Loma Alta es un pueblecito boliviano del gran vergel tropical de Santa Cruz. Se vive con lo poquís...
El gran espectáculo que acontece en una experiencia de voluntariado es la de la persona que se abre. ¡El espectáculo de la vida! Las alegrías se vuelven más intensas; también las decepciones y las dudas: la mirada se vuelve hacia el santuario interior en busca de respuestas: ¿merece la pena?; ¿es esto lo mío? Es la vida quien responde, cuando los ojos quieren ver y el corazón quiere sentir
Loma Alta es un pueblecito boliviano del gran vergel tropical de Santa Cruz. Se vive con lo poquísimo que hay, aunque nunca falta un plato de arroz en la mesa. Cuando llega la enfermedad, se contempla la pobreza en toda su crudeza: si no hay plata, el enfermo literalmente muere. Por lo demás, los niños descalzos (¡piofe, piofe!), las calles sin asfaltar, la precariedad del suministro de agua y luz, las casas de barro y motacú (hoja de palmera) ofrecen un paisaje idílico, como de campamento de verano, siempre que no lleguen lluvias torrenciales o el maldito sur, el viento del Polo que llega y se va sin avisar.
Pero lo que más se echa en falta en Loma es algo así como un Volksgeist, un espíritu del pueblo, una cultura en la que todos se reconozcan y fertilice cada individualidad. El alma de Loma Alta es mestiza, pero sobre todo colona. Es impresionante el contraste con cualquier pueblecito perdido del Altiplano, a dieta de papas y, con suerte, trigo. Para los collas, indígenas que se reconocen en una cultura milenaria, la tierra es sagrada (la Pacha Mama). Para los cambas cruceños, en cambio, la tierra es una ramera.
Hablamos de la falta de arraigo, propia del colono. Pero sobre todo del daño que han hecho las sectas en esta región de Bolivia, inmensamente rica en recursos naturales y en potencial económico y humano. Las comunidades quedan profundamente divididas, se instaura un caciquismo perverso y la vida comunitaria desaparece.
También Loma Alta tiene su secta, sus gringos, financiados por dos hermanos holandeses propietarios de una multimillonaria firma en Estados Unidos. Llegaron como amigos, a ayudar en el centro de salud. Pronto se revelaron como auténticos monstruos. A una católica la dejaron dar a luz en plena calle porque era domingo y la enfermera estaba en el culto. Otra murió porque se negaron a trasladarla al hospital, alegando que podía esperar al día siguiente y viajar en el colectivo (autobús). Por lo mismo, un niño murió de una picadura de serpiente.
Los católicos lomalteños escribían cada semana al obispo, pidiéndole que enviara una comunidad de religiosas. Monseñor Tito Solari (entonces obispo auxiliar de Santa Cruz; hoy obispo de Cochabamba) mandó sólo a una monja, «pero una monja –dijo– que vale por 20». Bajita, de aspecto tímido y vulnerable, la Hermana Graciela, salesiana, iba a revolucionar Loma Alta, con la ayuda de los voluntarios que siempre envía Jóvenes del Tercer Mundo. De esto hace casi 15 años.
No hay un solo problema del pueblo que la Hermana no lleve en el alma. Sobre todo, adora a los jóvenes. Dirige la escuela pública, que ha vinculado a Escuelas Populares Don Bosco. Sabe ser exigente, y transmitir como nadie que «la verdad y el don amoroso nos llegaron por medio de Jesucristo». Por una razón muy simple: habla con su propia vida. Y, claro, su testimonio es creíble.
Pero nada podrían hacer la Hermana y sus voluntarios sin la Resistencia. Loma Alta sería hace tiempo ya gringo, de no ser por un grupo de mujeres que se atrevió a plantar cara a la secta. Fue doña Ñeca (su verdadero nombre es Virginia Cuellar) quien encabezó la rebelión. Primero, logró expulsarles del microhospital, del que se llevaron sus donaciones. Después, organizó una concentración de padres cuando supo que habían pactado con las autoridades la toma de posesión de la dirección del colegio de un candidato adepto, en sábado y en secreto. Y tras tanto sobresalto, se presentó a las elecciones, de las que salió elegida subalcaldesa, para contrarrestar la influencia de la secta en las instituciones.
Doña Ñeca y los católicos no atraviesan hoy su mejor momento. La pierna ortopédica de esta mujer se quebró y, en la caída, se hizo trizas la pierna sana. Los gringos ganaron por un solo voto las últimas elecciones, y piensan abrir su propio hospital. Así, el centro público de salud no tendrá ya las obligatorias estadísticas que lo avalen, y deberá cerrar. La elección para los católicos será terrible: el alma, o la propia vida, más la de sus hijos.
Pero el derrotismo no está en el lenguaje de doña Ñeca. De nuevo es ella quien encabeza la Resistencia. El problema es que la invalidez en el campo se paga muy cara. Los voluntarios que hemos pasado por Loma Alta no podemos quedarnos cruzados de brazos.
Ricardo Benjumea
Si quieres ayudar:
A través de la Fundación salesiana Jóvenes del Tercer Mundo, intentamos recaudar 5.500 euros para una nueva pierna ortopédica. Está en juego mucho más que una pierna. Para más información: Tel. 91 544 76 20 (nº cuenta: Banco Popular 0082- 5785 - 15 - 0600900202 (ingresos a nombre de Loma Alta).
http://www.alfayomega.es/