Al recibir a una peregrinación de la archidiócesis de Madrid
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 4 julio 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI alentó a unos dos mil peregrinos de la archidiócesis de Madrid este lunes a llevar el mensaje de Cristo «hasta los confines de la sociedad», amando a todas las personas, en particular a los pobres, «con el amor de Cristo resucitado».
El pontífice no hizo referencia a la aprobación, el jueves pasado, de la ley que permite en España los matrimonios en...
Al recibir a una peregrinación de la archidiócesis de Madrid
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 4 julio 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI alentó a unos dos mil peregrinos de la archidiócesis de Madrid este lunes a llevar el mensaje de Cristo «hasta los confines de la sociedad», amando a todas las personas, en particular a los pobres, «con el amor de Cristo resucitado».
El pontífice no hizo referencia a la aprobación, el jueves pasado, de la ley que permite en España los matrimonios entre personas del mismo sexo, incluida la adopción de niños, aunque mencionó el sentido cristiano de la familia.
Fue más explícito, en su saludo, el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, quien constató que en su país, «no sólo se niega la fe sino también la misma razón humana, como se puede ver en la reciente legislación sobre el matrimonio y la familia».
En la audiencia, celebrada en el Aula Pablo VI, estaban presentes dos mil peregrinos que han participado en el Sínodo diocesano sobre «La transmisión de la fe, vivida y realizada en la comunión de la Iglesia».
El ambiente era de fiesta. Los peregrinos acogieron al Santo Padre con el grito, «Benedicto, amigo, está contigo». Palabras que repitió el mismo cardenal Rouco antes de pronunciar su discurso. Muchas de las mujeres presentes lucían la típica mantilla española.
En su discurso, el obispo de Roma se concentró en los temas del Sínodo diocesano, clausurado en Pentecostés, que estuvo precedido por dos años de preparación con la participación de cinco mil grupos de oración y reflexión cristianas. En la última fase de la asamblea sinodal participaron más de seiscientas personas.
«En una sociedad sedienta de auténticos valores humanos y que sufre tantas divisiones y fracturas, la comunidad de los creyentes ha de ser portadora de la luz del Evangelio, con la certeza de que la caridad es ante todo comunicación de la verdad», explicó el Papa.
En este sentido, el Santo Padre alentó la importante presencia de la Iglesia en Madrid en los medios de comunicación social (con realidades de prensa, radio, televisión, Internet, etc.), a la que calificó de «un aspecto importante porque el Espíritu nos impulsa a hacer llegar a cada hombre y cada mujer el Amor que Dios Padre mostró en Jesucristo».
«Este amor es solícito, generoso, incondicional, y se ofrece no sólo a los que escuchan al mensajero, sino también a los que lo ignoran o rechazan», afirmó.
Según el Santo Padre, cada uno de los bautizados debe «sentirse llamado para ir, como enviado de Cristo, en busca de quienes se han alejado de la comunidad, como aquellos discípulos de Emaús que habían cedido al desencanto».
«Hay que ir hasta los confines de la sociedad para llevar a todos la luz del mensaje de Cristo sobre el sentido de la vida, de la familia y de la sociedad, llegando a las personas que viven en el desierto del abandono y de la pobreza, y amándoles con el amor de Cristo resucitado», subrayó.
Antes de despedirse, Benedicto XVI dejó su consejo a los peregrinos madrileños tras el Sínodo: «procurad alimentaros espiritualmente con la oración y con una intensa vida sacramental; profundizad en el conocimiento personal de Cristo y caminad con todas vuestras fuerzas hacia la santidad, el "alto grado de vida cristiana", como decía el querido Juan Pablo II».
Al agradecer al Papa la audiencia, el cardenal Rouco confesó «el afecto filial» que «los hijos de la Iglesia en Madrid y en España han guardado siempre para el Papa, y muchos más ahora en estos momentos tan difíciles y a la vez tan esperanzadores de nuestra historia!».
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