Adentrados ya en el nuevo milenio, cuya entrada trajo a primer plano la duda del momento real de su inicio, así como una actualización de las discusiones acerca de la verdadera fecha del nacimiento de Jesucristo (los resultados de las modernas investigaciones efectuadas sobre la misma nos podrían llevar a otra interesante exposición, eso si menos “exacta”), sí que podemos sin embargo concluir, casi con certeza absoluta, una fecha en la que conmemorar su muerte en la Cruz.
Gracias a las fuentes tanto bíblicas como extrabíblicas y a los profundos estudios efectuados sobre la complicada y meticulosa estructura del calendario hebreo usado en la Palestina de la época de Jesús y la obsesiva metodología con que la religión judaica regulaba casi cada momento de la vida de los judíos de la época y las aportaciones de los exactos cálculos astronómicos que nos proporciona esta precisa ciencia hoy en día, podemos llegar a una conclusión bastante cierta de la pregunta de en qué año nació Jesús.
Las certezas, coincidentes con las diversas fuentes que tenemos registradas, acerca de la crucifixión y muerte de Jesucristo son:
1. Que se produjo siendo:
· Poncio Pilato gobernador de Judea;
· Caifás Sumo Sacerdote del Sanedrín o Corte Suprema judía;
· Herodes Antipas tetrarca de Galilea;
·
2. Que lo fue:
· alrededor de la hora nona (nuestras tres de la tarde más o menos);
· en el llamado día de la “Parasceve” o día preparación de la Pascua (“Pesach”) judía;
· que ese DIA cayó en un Viernes (siendo por tanto la Pascua de un Sábado).
Trasladados a fechas, estas certezas nos dan que:
1. Poncio Pilato fue procurador y/o gobernador de Judea entre los años 26 al 36 de nuestra era;
2. Caifás ejerció como Sumo Sacerdote del Sanedrín entre los años 18 al 37 de nuestra era;
3. Herodes Antipas fue tetrarca de Galilea y Perea desde el año –4 aC (aunque ciertos estudios dan un par de años de diferencia) hasta el año 39 de nuestra era;
Sabemos que la Pascua judía se celebraba el primer día tras la luna llena del mes llamado Nisán de su calendario. Ese mes se iniciaba con la luna nueva tras el equinoccio de primavera. Siendo cronológicamente el día primero del mes el correspondiente a la luna nueva la Pascua caía por tanto el día 15 de su calendario.
Acotando los años mínimos coincidentes de entre los anteriores, podemos concluir que en aquellos años sólo en dos ocasiones la “Pesach” cayó en Sábado, como vemos en la siguiente tabla (no olvidemos que el día judío empezaba al atardecer, por lo que parte del día nuestro actual caia entre dos días judíos):
Año |
Luna nueva |
|
1 de Nisán |
15 de Nisán (“Pesach”) | |
|
fecha |
hora |
fecha |
fecha |
día |
30 |
22 de Marzo |
19:55 |
23 de Marzo |
8 de Abril |
Sábado |
33 |
19 de Marzo |
12:45 |
19 de Marzo |
4 de Abril |
Sábado |
En la víspera de cada “shabbat” judío tenía lugar una frenética actividad preparatoria ya que, según los rigurosos preceptos de la ley mosaica, no se podía llevar a cabo ningún tipo de trabajo nada una vez entrados en el nuevo día. Si además ese “shabbat” coincidía con la Pascua los preparativos eran aún mayores, ya que se debía matar y preparar el cordero, necesario en toda mesa que celebrara la cena pascual, por lo que, teológicamente hablando, podríamos buscar ahí el origen de la figura de Jesucristo como cordero de Dios inmolado. Por eso también las prisas en descolgar a Jesús muerto de la Cruz y darle sepultura, con los complejos rituales al uso, antes del anochecer.
No obstante esas fechas indicadas arriba lo serían conformes con la datación del calendario romano juliano en uso en la época (que en buena lógica es con el que debemos “contar”), pero con la reforma gregoriana de 1582, que entre otras cosas eliminó una serie de días del calendario, si las queremos transformar a fechas actuales hemos de eliminar un par de días, así tendríamos:
Año |
Parasceve judía = fecha de la muerte de Jesucristo | |
|
fecha juliana |
fecha gregoriana |
30 |
7 de Abril |
5 de Abril |
33 |
3 de Abril |
1 de Abril |
Pero una vez llegados aquí, sabiendo que la muerte de Nuestro Señor Jesucristo se produjo en uno de estos dos días, ¿con cual de ellos quedarse entonces?. Pues bien, pese a que la opinión de los estudiosos aparece dividida, ya que hay argumentos a favor de una u otra fecha, existen algunos otros elementos de estudio adicionales que nos permiten decidirnos por la del año 33 claramente.
De entre los diferentes argumentos existentes que avalarían el año 33 de la lectura, entre otros textos, de los Hechos de los Apóstoles, de Phlegon de Alejandría, de Thallus, de Julio Africano y del llamado “informe Pilato” (citado también en los escritos de Tertuliano) se puede deducir que el día de la crucifixión de Jesucristo se produjo un eclipse de Luna. Las modernas técnicas de las computadoras permiten datar exactamente los eclipses posibles en la latitud del Jerusalén del los inicios del siglo I y nos permiten conocer que justamente el día 3 de Abril del año 33 fue visible sobre Jerusalén un eclipse parcial cuando salía la Luna sobre el horizonte alrededor de las 18:20 horas locales, coincidiendo pues con el inicio del “shabbat” judío. De igual modo podemos decir que no hubo tal eclipse en el año 30. La ansiada aparición de la Luna, que iba a dar inicio no sólo al “shabbat” sino a la gran fiesta de la Pascua y que lo hizo como “enrojecida”, tal y como lo hablan las citadas crónicas y con la “mordida” del un 20% del disco lunar provocada por el eclipse, resultó en aquellas mentes algo primitivas en la certeza de que algo grande, o al menos extraño, estaba sucediendo. No olvidemos la fuerte relación que se daba en tiempos antiguos entre un acontecimiento astronómico extraordinario e inexplicable para sus limitados conocimientos y un evento remarcable. De ahí las palabras de Pedro, cuando cita que ellos han sido testigos del cumplimiento de la antigua profecía de Joel que habla de la “luna de sangre”.
Otro argumento menos exacto, pero no exento de interés, sería la interpretación que se da de la profecía de las “semanas” (el pasaje de los setenta sietes) del Libro de Daniel. No olvidemos que en la cábala judía la numerología tenía una importancia extremadamente grande, así el siete era considerado un número muy especial ya que significaba la plenitud, pero el setenta también, ya que era el de la perfección, por lo que la multiplicación de ambos, que menciona el texto de la profecía, daba lugar sin dudas a un suceso extraordinariamente remarcable. Ya Newton interpretó dicho pasaje y dedujo de su lectura la fecha de la muerte de Jesucristo, pero sólo recientemente algunos estudiosos de la órbita protestante deducido exactamente la fecha del 3 de Abril del año 33, como la de la crucifixión y muerte de Jesucristo. De todas formas, como toda interpretación, el resultado puede estar “dirigido” en función de los intereses propios de quien la hace, pero coincide con la nuestra previamente expresada y la complementa.
Resumiendo: Nuestro Señor Jesucristo habría muerto un día anterior (=Viernes) a un “shabbat”, que además ese año precedía a la Pascua judía, en de año 33 de nuestra era, siendo aproximadamente la hora nona (las tres de la tarde hora de Jerusalén).
Así pues si bien no podemos saber con certeza la fecha exacta de su nacimiento y la que celebramos lo es por aproximación, sí que podemos concluir, con ciertos visos de verosimilitud, que conforme a nuestro calendario gregoriano actual el 1 de Abril del año 2033 podremos conmemorar el 2000 aniversario de la muerte de aquel personaje que dejó su imborrable huella en el tiempo y la historia y que conocemos en su paso por la Tierra como Jesús de Nazareth (aunque para ser precisos el calendario religioso nos dirá que el Viernes Santo de dicho año será un 15 de Abril).
JOSÉ A. ALFONSO
Presidente, G.E.A. Castellón (Miembro de la ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE GRUPOS DE ESTUDIOS DE ACTUALIDAD)
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