En las palabras leídas por el arzobispo Sandri, recuerda los 20 años de las Jornadas Mundiales de la Juventud
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 20 marzo 2005 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que Juan Pablo II preparó este domingo con motivo de la alocución antes del Ángelus y que fueron leídas por el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado. Fueron pronunciadas al final de la misa del Domingo de Ramos.
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¡Queridos hermanos y hermanas!
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En las palabras leídas por el arzobispo Sandri, recuerda los 20 años de las Jornadas Mundiales de la Juventud
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 20 marzo 2005 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que Juan Pablo II preparó este domingo con motivo de la alocución antes del Ángelus y que fueron leídas por el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado. Fueron pronunciadas al final de la misa del Domingo de Ramos.
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¡Queridos hermanos y hermanas!
1. Os saludo con gran alegría, al final de la solemne celebración del Domingo de Ramos y doy las gracias al cardenal Camillo Ruini, que en mi nombre la ha presidido.
Hace veinte años, precisamente en esta plaza, comenzaron las Jornadas Mundiales de la Juventud. Por este motivo, hoy me dirijo de manera particular a los jóvenes. A vosotros, queridos jóvenes que estáis aquí presentes, y a los de todo el mundo.
2. ¡Queridos jóvenes! En el próximo mes de agosto tendrá lugar el Encuentro mundial de la Juventud en Colonia, en el corazón de Alemania y de Europa. En la estupenda catedral de esa ciudad se veneran las reliquias de los santos Magos, que por este motivo se han convertido en cierto sentido en vuestros guías hacia esa cita. Vinieron de Oriente para honrar a Jesús y declararon: «Hemos venido a adorarle» (Mateo 2, 2). Estas palabras tan ricas de significado constituyen el tema de vuestro camino espiritual y catequístico hacia la Jornada Mundial de la Juventud.
Vosotros adoráis hoy la Cruz de Cristo, que lleváis por todo el mundo porque habéis creído en el amor de Dios, que se reveló plenamente en Cristo crucificado.
3. ¡Queridos jóvenes! Cada vez me doy cuenta con más claridad de cómo fue providencial y profético el que este día, Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, se convirtiera en vuestra jornada. Esta fiesta contiene una gracia especial, la de la alegría unida a la Cruz, sintetiza el misterio cristiano.
Os digo hoy: seguid sin cansaros el camino emprendido par ser por doquier testigos de la Cruz gloriosa de Cristo. ¡No tengáis miedo! Que la alegría del Señor, crucificado y resucitado, sea vuestra fuerza, y que María Santísima esté siempre a vuestro lado.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
Cortesía de http://www.zenit.org/